Camino

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Camino

Es poco sorprendente que una película sobre el Opus Dei (acabo de escribir Day, y me ha costado darme cuenta, la verdad) haya creado expectación y haya levantado ampollas en España, que como todos sabemos ha sido siempre un país bien católico y apegado a la Iglesia. El caso es que ‘Camino’, la película que cuenta la historia libre (con bastantes licencias de Fesser, por lo visto) de Alexia González-Barros, está en boca de todo el mundo. Unos la ensalzan por dar un fuerte golpe a la Obra; otros hablan de la tremenda sensibilidad que despierta y muchos otros estigmatizan el filme a base de decir que a ver cuándo se atreve alguien a hacer una película sobre el Islam y blah, blah, blah, ignorando –imaginamos– la cantidad de películas críticas hasta decir basta que hay sobre el Islam. Pero eso es harina de otro costal.

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‘Camino’ tiene muchos “peros”. Muchos, muchos. El primero es la historia. No es difícil sacar un buen drama de una historia tan sumamente triste y dura, eso lo puede hacer hasta el más pintado. Es difícil, eso sí, intentar revestirla de algo que la convierta en menos dramática, pero no es algo que Fesser consiga a pesar de la enorme cantidad de momentos fantasiosos que le planta a la peli de por medio –algunos con animaciones bastante chungas, que todo hay que decirlo–. Así que el problema de ‘Camino’ y uno de los principales “peros” es ése: la búsqueda de la lágrima fácil, del dolor por el dolor y de la angustia del espectador, que llegado un punto, se pregunta a qué coño ha ido al cine para no parar de llorar.

Otro de los puntos negros de ‘Camino’ son sus animaciones. Al Ángel Custodio da pena verlo y el ratón que sale de vez en cuando es tan poco realista que da como penilla. Y desde luego, algunos momentos de la película, que son terribles. En especial ese anuncio de la planta joven de ‘El Corte Inglés’ que se montan justo al final y que es penoso. Sin embargo, sí hay muchas cosas válidas en el largometraje. La radiografía certera que hace a las partes más fundamentalistas del Opus (que luego hay de todo, como en botica) es francamente magnífica. Las casas de numerarios, las donaciones privadas, el culto a Escrivá de Balaguer, la mortificación a través de los cilicios, el ofrecimiento del dolor… Todo eso conforma un ambiente opresivo con el que Fesser ha sabido jugar muy bien incluso cuando hay elipsis, cuando piensas que la hermana no coge un taxi para ir al hospital mientras su hermana se muere porque así le está “ofreciendo” su calvario a Dios.

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Es cierto que Fesser se ha concedido alguna licencia que otra para hacer de esta una película aun más extrema. Sin embargo, a poco que uno haya entrado en las raíces más fundamentalistas de este movimiento ultracatólico, comprenderá que es más bien fácil encontrarse a este tipo de personajes, así que no es completamente fidedigna, pero sí fiel a la realidad. No es una mala película, pero sí hay que avisar para los que vayan a verla: ‘Camino’ no se «disfruta» ni lo más mínimo. Y es mejor ser consciente de ello antes de pagar la entrada. Porque doy fe de que a veces, te dan ganas de largarte del cine a ver una comedia. 7

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