Betacam / Mítico

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Betacam / Mítico

Es tremendo, un terrible síntoma de cómo funciona la precaria industria musical (independiente o no) de nuestro país, pensar que nos acercamos a los 10 años de la primera ocasión en que hablamos en nuestra web de Betacam y que estoy haciendo una review de su álbum de debut. Vale, ha estado involucrado en numerosos proyectos, como Templeton, Rusos Blancos, Cosmen Adelaida, Tulsa… y no puede vivir de la música (¿llegará el día? ¿querrá?), pero es una pena que sólo podamos disfrutar de un talento compositivo como el suyo de manera excepcional. No nos importa tanto, eso sí, si es para presentar trabajos tan redondos como aquella magnífica selección de demos ‘Saca pecho’ o este ‘Mítico’.

En cierto modo, casi podemos observarlo como una metáfora de su música: es como si lleváramos toda la vida con él, igual que el sonido de sus canciones. Porque estas evocan a épocas pretéritas, a nuestra infancia, a nuestra adolescencia, a nuestra juventud, a italodisco, a synthpop, a tecno, a electropop. A épocas en las que, como él, una sola persona con un sintetizador y una caja de ritmos eran capaces de emocionarnos, haciéndonos indistintamente bailar o llorar (“una noche más, llorando en la discoteca”, canta en ‘Cospedal’), y sentir que estaban hablándonos de nosotros. Él mismo cita a Jean-Michel Jarre (que emerge en los sintes de ‘Rey Sol’, antes de su giro eurodisco), Franco Battiato, Parade (una referencia muy clara en ‘Extraterrestre’, y en varios sentidos) y Javiera Mena (‘Cospedal’), y podríamos añadir a Mecano (‘Canoe’), Iván/Miguel Bosé (‘Ave rapaz’), Wham! (‘Otras chavalas’)… Artistas variopintos en origen y épocas, pero unidos por una sensibilidad próxima.

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Eso no debe confundirse con mera nostalgia, primero porque no podemos hablar de esos estilos en pasado en una línea temporal artística fluida: ocurrió y sigue ocurriendo; y segundo, porque Javier Carrasco consigue que todo ‘Mítico’ suene vigente, contemporáneo y cercano (ha sido grabado, en distintas épocas entre 2014 y 2017, con Hans Kruger –Delorean, El Columpio Asesino, Perro…– en Subiza), por su impecable tratamiento sonoro: ’La discusión’, por ejemplo, tiene un toque a lo Passion Pit, mientras que las subidas y bajadas de ‘Reliquias’ podrían remitir a otro solitario, Francis and the Lights. El equilibrio entre ambas facetas (aunque la retro, no hay duda, tiene más peso) brilla –también se aplica a su magnífico acabado técnico– en todo ‘Mítico’, conjugándolas a menudo, y apenas dando respiro de principio a fin, aunque la caída de ritmo entre su abrumador arranque y los últimos cortes es palpable. Una tacha menor.

Donde no puede, ni quiere (“estoy cansado de pedir perdón, de estar al día, de la ley del pop”, canta en ‘Reliquias’) evitar el clasicismo (ahí parece entrar su alegórico portadón, obra de su amigo y compañero en Templeton, Álvaro Martínez) es en su manera de entender las canciones: las protagonistas necesarias son siempre sus melodías y estructuras, muy trabajadas, con sus precoros, sus crescendos, sus puentes, sus subidas de tono y sus estribillos, que se esmeran en tocar fibra sensible, agradar más que sorprender porque sí. Si ya nos había encandilado con adelantos como ‘La discusión’, ‘Otras chavalas’ o ‘Chacal’, aquí refrenda su gran capacidad en temas igualmente irresistibles como ‘Ave rapaz’, ‘Rey Sol’ o ‘Reliquias’, mi debilidad personal de este disco: en una línea de escritura similar a la de los propios Templeton, pocas canciones me han emocionado últimamente como este honesto retrato de la edad adulta, la certeza de que el ansia por esa pirueta de la vida que transforme toda la mierda en purpurina no va a ser saciada nunca.

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Y es que la otra gran mano de Carrasco está en sus preciosas letras, la encantadora combinación de intelectualidad y cotidianidad de estas historias de peleas y tensiones de pareja con final agridulce (pero en la cama, preferiblemente: esos eufemísticos “ratos a oscuras”), reencuentros con amores de juventud que desmoronan su mitología, relaciones fugaces al calor de un bingo entre una persona madura y un toy boy (¿o girl toy?), irrealizables propósitos de Año Nuevo para un freelance o fantasías sobre quedarse sólo en el mundo. Que, en el fondo, no son sino perfectos retratos del individuo urbanita contemporáneo, joven y culto, y su constante «azogue», esbozados con un reparador sentido del humor (toda ‘Cospedal’ lo resume de forma exquisita, mucho mejor que yo). Pese que este, repito, sea su debut, no cabe duda que Betacam es uno de los cronistas musicales destacados de nuestros días, en el que vernos reflejados como un espejo. Solo que él tiene el talento creativo para contarlo así de bien.

Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Reliquias’, ‘La discusión’, ‘Ave Rapaz’, ‘Otras chavalas’, ‘Rey Sol’, ‘Cospedal’.
Te gustará si te gusta: Javiera Mena, Templeton, Parade, los primeros Mecano.
Escúchalo: Spotify

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