En vísperas de la apertura oficial del Festival de cine de Cannes se proyectaba ayer una de las películas más esperadas y criticadas de este año, ‘El código Da Vinci’. Aún recuerdo cuando me leí el libro de Dan Brown, del tirón -como todo el mundo- y con mucha decepción. Una trama predecible que se queda muy atrás del ritmo lector y pensante de cualquiera y a lo que lo único que agradezco es que despertó en mí la curiosidad por los inventos y manuscritos de ese genio llamado Da Vinci.
Por eso me sorprendió saber que era ésta y no otra la película que iba a abrir la 59º edición del Festival. No es de extrañar que las primeras reacciones que nos llegan de Cannes vengan cargadas de calificativos como «torpe», «fría», «porquería» o «tostón». Que no hay química entre Hanks y Tautou, que es una historia «acartonada»… Y lo que es peor, saber que los espectadores rompieron a reír en el momento cumbre de la historia. A mí con estos titulares
me entra vergüenza ajena, sobre todo si pensamos en las millonarias recaudaciones que se prevén de la cinta. ¿No podían haber abierto con la segunda parte de ‘Clerks’? A ésta sí que le tengo ganas. No entiendo nada. Lo único que me sale es otra carcajada porque puedo imaginarme la escena. Ya me diréis…