Muchos nos afanamos por entender las razones psicológicas por las que algunas personas tienen un apetito sexual voraz, mientras que otras viven en una especie de anestesia general. Un grupo de investigadores de la Universidad de Jerusalén nos ofrece una nueva explicación sobre los mecanismos del sexo: todo es una cuestión de genética.
Según las conclusiones de su estudio, sólo el 30% de las personas tienen la mutación genética que intensifica el apetito sexual. De confirmarse esta tesis, ya no nos tendríamos que comer más la cabeza sobre por qué desde que amanece, apetece o viceversa. Simplemente, deberíamos preocuparnos por encontrar las medicinas que nos despertasen la libido.
Los investigadores demostraron que si se producen ciertos cambios en el gen que influye sobre la sexualidad, se manifiesta en una represión del deseo o una disminución en el funcionamiento sexual, pero, si se producen otros cambios distintos, aumenta el deseo. Esta mutación genética sería relativamente nueva en la historia humana y dataría de los días del «homo sapiens», hace 50.000 años.