Si ya la media cabeza rapada con el flequillo cruzando la frente no favorecía mucho a los miembros de la Gestapo, no digamos cómo le puede sentar a una mujer en el siglo XXI: pues como un tiro. Pink, una vez más, se pasa de original, de arriesgada, de hortera y de freak. Si yo fuera su madre me la llevaría a un barbero a que le rapasen toda la cabeza y así tendría la oportunidad de empezar desde cero. Pink, el espíritu de la superación: cuando creías que ya había hecho todos los ridículos, te sorprende con uno mayor. Pinchad en la imagen si queréis ver su peinado en todo su esplendor.