El extraño viaje (2006): Podéis respirar aliviados. ‘Criticar por criticar’ no es ni de lejos la mejor canción del nuevo disco de Fangoria. Realmente emocionan dos temas con una melodía muy de bolero, muy drama-queen, muy de folclórica (en la línea del ‘En la pared’ de La Prohibida pero mucho mejor): ‘A fuerza de vivir’ y ‘Nada más que añadir’. ‘A fuerza de vivir’ parece hablar sobre la incomodidad de vivir en un sitio que no te corresponde y pone los pelos de punta desde que Alaska abre la boca. Por su parte la final ‘Nada más que añadir’, con elementos trance, house y de balada (y el bajo de Stefan Placebo), es una sustitución perfecta para esas versiones que solían cerrar los discos de Fangoria.
El álbum se abre casi en silencio, con ‘Fantasmas’, quizá la canción menos comercial del disco junto a ‘Las ventajas de olvidar’. A partir de aquí, predomina el trallazo pop, encabezado por ‘Criticar por criticar’ y el que podría ser el siguiente single, la popera ‘Plegarias atendidas’, muy muy Dinarama. ‘Ni contigo ni sin ti’, la ‘Entre mil dudas’ de este álbum, también sigue la misma línea. Todo el disco fluctúa entre el bakalao (‘Estés donde estés) y el rock (‘El cementerio de mis sueños’), con canciones con un poco de cada cosa (‘Cuestión de fe’). El bajo de ‘Sin perdón’ suena tan siniestro como un tema de Parálisis Permanente mientras que ‘Las ventajas de olvidar’ coquetea con lo tribal. La producción del disco, realizada por ellos mismos con ayuda de Spam, no es brillante pero tampoco sonrojante como algunos momentos de Carlos Jean, y el principal problema del álbum pasa a tener que ver con las letras. ‘Criticar por criticar’ tiene alguna que otra frase sin sentido o gracia y tampoco se entiende, a estas alturas, otra canción sobre salir del armario, con unos coros que recuerdan a ‘Stereosexual’ (‘Si lo sabe Dios que se entere todo el mundo’). En cualquier caso, los tópicos fangorianos (deberían evitar palabras como «obsesión», «verdad», «muerte», etc) no oscurecen un disco corto y directo que, queramos o no, volveremos a escuchar mucho, mucho. 8.
Os recordamos que los discos de Alaska y Nacho Canut en Kaka de luxe, Pegamoides y Dinarama, así como la discografía en solitario de Carlos Berlanga, podéis repasarla en este otro post, publicado en el IV aniversario de la muerte de Berlanga.
Salto mortal (1990): En muchos sentidos se consideraba ‘Fan Fatal’ el primer disco de Fangoria y ‘Salto mortal’, el debut de verdad, llevaría su concepto al extremo. La fascinación por la música electrónica se evidencia en todas las canciones, aquellas que cuando la discográfica escuchó calificó como «suicidio comercial». En el single, excelente ‘En mi prisión’ que afortunadamente el grupo recuperó para su gira Varietés, Alaska no cantaba, susurraba, y a pesar de una relativa buena promoción que los llevó a muchos platós de televisión con una puesta en escena bastante espectacular, el disco fue un gran fracaso en ventas. Revolucionario en su momento, más que nada por el concepto, es una pena reconocer hoy que el tiempo no lo ha tratado muy bien. Como decía Carlos Berlanga, ciertamente le dieron más importancia a las máquinas que a las canciones, y hay más de una desperdiciada. La melodía de ‘Salto mortal’ es fea, a ‘Llorar’ o ‘En el cielo’, que son preciosas, las estropean frases ridículas, mientras que otras, como ‘Extraña forma de vivir’, no pasan de curiosidad. Por el contrario, la producción de Danny Hyde roza lo exquisito en la mencionada ‘En mi prisión’, casi vinculada con los inicios del trip-hop, mientras que la infravaloradísima, oriental y sadomaso ‘Soy tu dueña’ y la divertida ‘Me comeré tu piel me beberé tu sangre’ arrasan como hits potencionales (que nunca lo fueron). Y lo que es más importante, Fangoria establece las bases líricas y musicales de lo que será su universo personal: todos sus ayudantes (el hermano de Nacho, Big Toxic, Pablo Sycet, Luis Miguélez…) al servicio de ese mundo cínico, chochi y autoflagelante que el grupo ha ido desarrollando con los años. 7.
Un día cualquiera en Vulcano 1.0 (1992): Sin discográfica que les apoye, Fangoria decide editar 3 EP’s en un sello propio que llama Vulcano (donde después grabaría Family su único disco). Los produce Big Toxic, ahora en Dirty Princess, y dividen a los fan fatales todavía 14 años después. El single ‘Sálvame’ es uno de sus mayores himnos místico-religiosos y cuenta con un vídeo muy divertido en forma de videojuego. La versión excelente de ‘El dinero no es nuestro Dios’, que recuerda que a Fangoria les sigue gustando el rock, es toda una declaración de principios; y la de ‘Basura’ de Los Panchos, más que una «boutade», un acertado, por sucio, descubrimiento. Las remezclas no rallan como dice la gente: la líquida de ‘Sálvame’ angustia, la de ‘Hacia la luz’, con el sample de ‘Twin Peaks’, resulta tan gloriosa como los Primal Scream de la época, y la de ‘Basura’, mi favorita, sangra. 8.
Un día cualquiera en Vulcano 2.0 (1993): La segunda entrega de los Vulcano contiene una de esas canciones que no se sabe por qué no ha hecho a un grupo vender 1 millón de copias. ‘En la Disneylandia del amor’ es por melodía, letra y música, claramente una de las mejores canciones de la historia del pop en español. Las que la acompañan en este EP, salvo ‘Rendirse no es perder’, no la desmerecen para nada: la pesimista ‘Vuelve a la realidad’, la semi-guitarrera ‘Misterio’ y la desolada ‘Nada nuevo bajo el sol’ abruman. Ahora sí, los remixes son bastante prescindibles. 8
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Un día cualquiera en Vulcano 3.0 (1995) El último EP, que sólo tenemos unos privilegiados, es el más difícil de los 3 y probablemente el responsable de que haya gente que califique la trilogía de «insoportable». Pero no es para tanto. La balada ‘Dios odia a los cobardes’ tiene una melodía muy bonita, la versión de la inédita de Family, ‘Sentimental’, lo mismo, y las más o menos instrumentales ‘A la felicidad por la electrónica’ y ‘Carta blanca para los rudos’ son dos trallazos. Eso sí, la remezcla ‘Hay que sufrir en silencio’ es un rollo. Existe una recopilación reciente de los 3 ep’s editada por Dro. 7.
B.S.O. La Lengua Asesina (1996) En estos años, como el grupo apuntaría después, Fangoria no descansaría. Entre varios singles para el club Fan Fatal y el disco con Lemon^Fly, destacamos por su importancia la banda sonora de la película de terror ‘La lengua asesina’. El single homónimo les devolvería a la lista de Los 40 (si no recuerdo mal al #40) y es una de mis canciones favoritas de Fangoria. Atención que también viene en inglés. No supera la «rumba, samba and calypso» de la versión anglosajona de ‘Bailando’, pero casi. Aparte de unas remezclas recuperadas de los Vulcano, viene un anticipo del siguiente disco de Carlos Berlanga, ‘Cuándo, por qué, cómo y con quién’, una canción espídica de Cobalt-60, unos instrumentales un poco infumables y una versión mariachi de ‘Sálvame’ bastante divertida. 5.
Una temporada en el infierno (1999): El primer disco de la nueva era Carlos Jean y Subterfuge es probablemente el mejor disco que han grabado Alaska y Nacho Canut hasta la fecha. Un Lucho Prosper en absoluto estado de gracia les cede las maravillosas ‘Electricistas’, ‘Me odio cuando miento’, ‘No será’ o ‘Voy a perder el miedo’, todas preciosas, introspectivas y tristes incluso en los contados momentos de optimismo. Alaska canta mejor que nunca y el minimalismo de la producción musical realza el efecto de unas letras más hirientes y desoladas que nunca. De ‘Cierra los ojos’ a ‘Abre los ojos’ podemos encontrar un pequeño álbum conceptual que crece en cada una de las escuchas. Así, por ejemplo, terminas dándote cuenta de que el duelo entre guitarras emergentes y electrónica en un tema como ‘Cenizas de sangre’ guarda una relación muy clara con su contenido. 10
Naturaleza muerta (2001): Fangoria consigue su primer número 1 en 40 Principales y su primer disco de oro, no gracias a Carlos Jean, ni a Mario Vaquerizo, sino gracias a un tema bakala cuyo estribillo dice «No sé qué me das que me hace volar, no sé qué me das que me hace volar, no sé qué me das que me hace volar, no sé qué me das que me hace volar». Aparte de este single incontestable, destacan los otros 3, todos, incluido ‘No sé qué me das’, de Lucho Prosper: la soul-disco-Nightlife ‘Eternamente inocente’, el definitivo punto medio entre amor y religión ‘Más que una bendición’ o el nuevo himno agridulce, ‘Hombres’. La pena es que hay poco más. Ni la bonita letra aportada por Le Mans ni Mastretta salvan el conjunto de cierta mediocridad. Trallazos como ‘Amo el peligro’ son destrozados con respecto a la maqueta original por una producción, que si antes podía ser calificada de minimalista ahora puede calificarse como vaga, cutre, conformista o directamente cabra. La excepción, la versión de Manuel Alejandro de ‘Ese hombre’: no supera la de Rocío Jurado pero casi. 6.
Interferencias (2003): Entre todos los recopilatorios de remezclas y demás publicados estos años, nos quedamos con el que recoge todos los singles editados para Fan Fatal, el club de fans oficial de Fangoria. La idea era escoger una canción de un artista admirado (Cecilia, Gloria Trevi, Los Planetas, Raphael, Radio Futura…) y grabar una versión con otro artista admirado (La Buena Vida, Astrud, Family, Le Mans…). En definitiva, una delicia de concepto y de resultado de la que destacaría la trepidante ‘Interferencias’, ‘Me quedaré soltera’, ‘Amor apache’ o ‘El signo de la cruz’. 8.
Arquitectura efímera (2004): El primer single de ‘Arquitectura Efímera’, ‘Retorciendo palabras’, tiene una de las mejores letras que han llegado al número 1 de Los 40. Escrita por Ajo (ex Mil Dolores Pequeños), resulta angustiosa, intangible, etérea, por momentos escalofriante. Una de sus mejores canciones si la música fuera un poco más avanzada. Con los años el único tema que suena más o menos «moderno» en manos de Carlos Jean es ‘Interior de una nave espacial abandonada’. La angustia de la muerte de Carlos Berlanga se refleja en algunas de las canciones más bonitas, como ‘Miro la vida pasar’, ‘La diferencia entre la fe y la ciencia’ y ‘Adiós’. También ‘En otro mundo’ de Le Mans, ‘Entre mil dudas’ o la versión de los Ramones funcionan. Sólo alguna letra sin sentido (ese «plan travesti radical») o algún efecto musical irritante o pasadísimo de rosca ensombrecen la grandeza pop de la mayoría de las canciones. 7.