‘Muérete, bonita’ (cuyo título original, ‘Drop dead gorgeous’, ha encontrado una traducción excelente en castellano) se sitúa en un pequeño pueblo de Estados Unidos donde se celebra anualmente el concurso de belleza juvenil Joven Princesa Americana, un evento que revoluciona a la localidad y vuelve locas a todas las adolescentes deseosas de ganarlo para así subir un peldaño más que las acerque, quién sabe cuándo, a Miss América. Hasta aquí todo normal si no fuera porque las concursantes y sus madres son todas unas malas pécoras que harán cualquier cosa por obtener la preciada corona. «Cualquier cosa» incluye realmente cualquier cosa, hasta matar. La lucha más encarnizada tendrá lugar entre dos aspirantes que tienen más papeletas para ganar, la interpretada por Denise Richards (niña pija e hija de la principal organizadora del certamen) y la interpretada por Kirsten Dunst (una chica humilde que quiere ganar con buenos métodos).
El plantel de actrices es inmejorable. Además de las dos que hemos citado antes, también están una genial Kirstie Alley -la madre de Denise Richards, una mujer implacable que sacará lo peor de sí misma para que gane su retoña, como ya hizo ella en el pasado-, Ellen Barkin -madre alcohólica de Kirsten Dunst, que tiene incluso la mano pegada permanentemente a una lata de cerveza porque se le quedó ahí para siempre después de un incendio- y una joven y fea Brittany Murphy.
Hay escenas verdaderamente memorables como aquella en la que sacan del hospital a la anterior Joven Princesa Americana, completamente destruida por la anorexia, y la llevan a entregar la corona en silla de ruedas. La pobre hace hasta un número musical (en la silla, claro, y con el suero colgando del brazo) en el que canta una canción que dice ‘I can fly, and fall’, mientras alguien por detrás le va colocando los trozos de cabellera que se le caen al suelo. Otra escena que dice mucho del americano medio y de los concursos de belleza es aquella en la que Denise Richards hace su actuación arrastrando una cruz gigante como si fuera Jesús y el público se vuelve loco ante una idea tan brillante.
La edición española no es gran cosa, pero al menos nos permite ver esta joya en calidad digital y congelar escenas a placer, porque merece la pena. 9,5