San Jonathan Richman

No sabemos si Jonathan Richman ha vendido su alma al diablo, si ha descubierto el ‘Shangri-La’, si se ha machacado en el gimnasio o si es su eterna inocencia la razón de que, a sus casi 60 años, siga manteniendo esa envidiable forma física e ingenuidad sobre el escenario. Tan sólo acompañado de una guitarra acústica, una batería rústica y unos singulares instrumentos de percusión (como un cencerro, por ejemplo), este inclasificable poeta del rock brindó el pasado viernes, en la Sala de Columnas del Círculo de Bellas Artes de Madrid, una inolvidable actuación.

Tener entre tus seguidores a Lou Reed o David Bowie podría ser una enorme rémora para otro artista, pero este perenne adolescente ni se inmuta y se mantiene fiel a un estilo en el que combina el humor con la ácida ironía. Quizás esta sinceridad sobre el escenario sea el motivo de que cuente con un público que, aunque minoratorio (hasta su aparición en ‘Algo pasa con Mary’), le siga como si fuese el líder de una secta (en el concierto pudo verse a fans haciendo el ‘trenecito’ o bailando de forma casi tribal…). Y ya son 30 años de trayectoria, desde sus inicios con Modern Lovers hasta su evolución hacia el «country» y sonidos más reposados, plasmados en unos 20 discos.

Con sus guiños al público (acepta las peticiones de canciones), su constante improvisación (es capaz de saltar entre el público y cantar «a capella») y esa particular mezcla de idiomas que practica fruto de su pasión viajera (tiene un disco íntegro en castellano y en cada tema mezcla con gracia el «spanglish» con el inglés) se metió en el bolsillo al público asistente y le dejó con ganas de mucho más. 8

La buena noticia es que su gira por España continúa mañana mismo en Santander (sala Rocambole); el miércoles en Guadalajara (Teatro Moderno); el jueves 2 en Barcelona (Centro de Cultura Contemporánea); el viernes 3 en Valencia (sala El Loco), y el sábado 4 en Murcia (Garaje de la Tía María).

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Hator