Guiños slowcore, a Leonard Cohen o a Björk de clara inspiración cinematográfica nos remiten en los mejores momentos del disco al universo de David Lynch y Angelo Badalamenti. Hasta el punto de que algunas pistas como ‘Letter to the garden’ suenan tan meramente funcionales que casi te falta la película. Con la ayuda de algunos de los músicos de Antony & The Johnsons, Elysian Fields o The Vanity Set, algunos temas como ‘Last night I dreamt it would last forever’, que no desentonaría demasiado en el ‘Felt Mountain’ de Goldfrapp, asfixian. Otros, como ‘Swing swan’, quizá no alcanzan sus objetivos, pero tampoco estorban. 7
.