No vamos a decir que la película sea un 10. Ni mucho menos. Pero conseguir que volvamos a creer en una franquicia polvorienta y llena de tópicos tiene un mérito que obliga a tener en buena estima el largometraje. Porque defectos tiene, claro que los tiene: es larga, algunos personajes femeninos son prescindibles, echamos de menos la tecnología, el malo no es nada malo, la canción pasa inadvertida… ¿Pero a quién le importa cuando te lo estás pasando teta?
Para empezar, gracias a los productores por escoger a Daniel Craig, elegido ya por algunas encuestas como el mejor Bond de la historia. Y lo consiguen no porque sea guapo, que también, ni siquiera por el ajustado bañador azul, que por supuesto, sino porque han sabido darle al personaje un toque de vulnerabilidad que nos hace creer en los héroes. Los McGyver ya no se llevan, coño. Es que ya era hora de que el agente secreto la cagara, se cayera persiguiendo a un villano, fuera algo torpe con las armas y, sobre todo, mostrara ese lado humano que evita la unidimensionalidad de la que pecan los anteriores Bond. Bueno, igual me he pasado. Pero si esa persona te mira con sus ojos azules después de entrevistarle y pregunta «que si os conocéis de la otra noche» un par de veces, seguro que estaríais igual o peor que yo.
Otro aspecto destacable es el humor, la constante obsesión por demostrar que se inicia una nueva etapa en el universo de los espías al servicio de Su Majestad. Réplicas como Bond diciendo a un camarero «¿Tengo cara de que me importe si el Martini está agitado o mezclado?» o M gritando «Dios, como echo de menos la Guerra Fría» lo confirman. Además son el contrapunto necesario para que cuando lleguen los momentos realmente chungos suframos. Porque señoras, no sé ustedes, pero una escena aseguro que hará recogerse en las butacas a todos los caballeros que les acompañan. Acuérdense.
Y ya que hablaba de M, exijo un spin off con Judi Dench como protagonista. Que resulta que tiene vida personal y está casada y todo. ¡La jefa del Servicio Secreto! Hay que ver adónde hemos llegado. Por cierto, por pedir, que sea Stephen Frears el que la dirija.
Para finalizar, no se me olvida hablar de las chicas Bond. La italiana está como un queso y es encantadora en la vida real, pero su personaje es un florero como el de tantas otras. Eva Green, por otro lado, tiene momentos que nos enamora, pero sería fantástico que dejara de imitar a la Emmanuelle Beart de ‘Misión Imposible’.
Yo les recomiendo tomarse un Vesper y dejarse llevar por unas secuencias de acción de infarto, una historia agradable y, en definitiva, un entretenimiento aceptable. Que hoy día ya es mucho pedir. 7