Y es lo que ha sufrido James Mercer, alma de The Shins, después del aclamado por crítica y público (muy justificadamente, por cierto) ‘Chutes Too Narrow’, aunque fuera su segundo álbum (el primero, ‘Oh, Inverted World’ apenas tuvo repercusión). Pero ha sido listo y no se ha vuelto loco buscando un productor guay para maquillar el resultado, él mismo se ha encargado de la producción del álbum (ayudado por Joe Chiccarelli, productor de Beck, por ejemplo) y no lo hace nada mal. De hecho, y aunque sea triste, es de lo más destacable del álbum. Mercer se esfuerza en buscar nuevas vías para el sonido de su banda y realmente lo consigue. Sobre todo porque se revela como un buen émulo de Nigel Godrich, sobre todo en la bonita ‘Black Wave’ y en ‘Sleeping Lessons’. También son más palpables influencias un tanto insólitas, porque ¿es o no es insólito que algunos giros vocales recuerden a Morrissey
?Sin embargo, esos intentos se traducen en que ‘Wincing The Night Away’ es una pequeña decepción, aunque tampoco se pueda decir que es un mal disco. Porque empieza muy muy bien con ‘Sleeping Lessons’ y ‘Australia’, y luego está ‘Phantom Limb’, un single que no es ‘Kissing The Lipless’ pero que al final engancha. Pero, ay, de ahí en adelante los temas se suceden bonitos, bien apañados, unos más novedosos en la forma (‘Red Rabbits’) y otros menos (‘Spilt Needles’), pero la sensación final, salvando ‘Turn On Me’ (por fin una con nervio), es de bastante insulsez e indiferencia.
¿Y hay algo peor que decir de un disco que no sabes si te gusta o no? Pues eso es lo que me pasa a mí con este, que al final no sé. ¿Qué rabia! 6