Los grupos Austrohúngaro tienen el sambenito de ser considerados malos o modernas descerebradas. Paradójicamente la filosofía de la base fundadora, la pareja compuesta por Genís Segarra y Carlos Ballesteros en Hidrogenesse, se sumerge en unas influencias cada vez más variadas, ricas y cultas. ¿O lo fueron siempre? No había ironía en ‘Góngora’. En la entrevista que el grupo nos concedió hace unos meses hablaba del lujo que suponía poder utilizar esos «versos preciosos» que el poeta escribió y que ahora «son de todos». Tampoco parece haber ironía en ‘El vestir d’en Pascual’, una versión de una canción «de music-hall catalana que en los años setenta versioneó Guillermina Motta», y que termina siendo una de las más pop de ‘Animalitos’.
Y lo mejor que puede decirse del segundo largo del grupo (en 10 años de historia, por cierto), es que esa sofisticación, esa cierta intelectualización de sus canciones, ese vocabulario tan diferente al resto de grupos pop (ahora nos hablan de animales: perros enterrados, ‘Caballos y (más) ponis’), no resultan pedantes ni pretenciosos, sino que, moviéndose entre lo cómico y lo dramático, se parecen, como pocas cosas, a la vida misma. Ese ha sido siempre el triunfo de Austrohúngaro y también de este disco: la cotidianeidad, las ventajas de poder bromear sobre lo más escabroso y la sensibilidad suficiente para derrumbarse al minuto siguiente.
Musicalmente, además, el grupo recoge los frutos de haber dado mil y una vueltas a los temas de su escaso repertorio. Mi favorita, ‘Vamos a casarnos’ («Vamos a evitar que te devuelvan a Hungría»), prefiere los derroteros Beirut al tecnopop; el que parece el single, ‘Disfraz de tigre’, por melodía recuerda a ‘Qué dolor’ de Raffaella Carrá; mientras que ‘El poder de mis tejanos’ es punk sin guitarras. Puede que la instrumental ‘Pajaritos y pajarracos’ o la egocéntrica ‘Hotel Italia Delta Romeo’ nos hagan echar de menos las dianas pop que fueron ‘Nada más triste que lo tuyo’, ‘Hidroboy’ o ‘He vuelto’, pero ‘Los perezosos’ o la majestuosidad tecnopop de ‘Schloss’ y a lo Kraftwerk de ‘Fuig llop fuig llop’ no dan mucha tregua. 8.