Lo más destacado son esas «sandalias» o, más bien, engendros del Averno. Que sí, que recuperar ropa del armario de la abuela y ponérsela es súper trendy, que en las tiendas de segunda mano hay verdaderas joyas y que los zapatos vintage son lo más… pero eso que lleva en los pies, rotundamente no. Son muy feas, inclasificables, de un color imposible de combinar salvo consigo mismo, con un diseño realizado por un perturbado. Pues nada, ella se las pone.
Los leggins también tienen bastante tela; bueno, mejor dicho, una tela muy mala porque aquí se puede comprobar que están demasiado gastados y que se transparentan. ¿Por qué unos leggins blancos? El blanco sólo se debería utilizar en las camisas y camisetas de algodón; en el resto del cuerpo, queda muy mal. Parece que se ha dejado el pantalón del pijama puesto.
El vestido azul marino oversized no está mal, no llama demasiado la atención, aunque le da un look premamá de lo más sospechoso. Pero lo más horripilante de este look, junto con los zapatos, lo encontramos colgado del hombro de Mischa. ¡¡¿Por qué plateado?!! ¡Si no te pega ni por asomo con lo que llevas en los pies! ¿Es que te vas a iniciar una cruzada interestelar con un chanel acolchado de cadena? No y mil veces no: no encaja nada.
¿Qué podemos deducir de todo esto? Que hay que vestirse con las luces encendidas, sobria y con un espejo delante. Karl debe estar que le tiemblan las gafas de sol y se le ha deshecho la coleta, como haya visto esto.