La trama nos sitúa en Berlín Este en 1984. El capitán Gerd Wiesler es un oficial de la Stasi, la policía secreta del régimen comunista de la República Democrática Alemana, que se encargará de espiar al escritor Georg Dreyman, y colateralmente, a su novia, la actriz Christa-Maria Sieland, por la que enseguida profesa cierto amor o fanatismo. La fascinante historia de este país, los increíbles hechos que tenían lugar a un tiro de piedra, mientras nosotros escuchábamos ‘Material girl’, son escalofriantes. Pero en ‘La vida de los otros’ hay algo que va más allá de la típica película políticamente correcta de nuestros tiempos (en el caso de Alemania películas antihitlerianas y anticomunistas siempre envueltas en atmósferas grisáceas y decorados austeros), algo que se esconde en el interior de Gerd Wiesler (fantástico Ulrich Mühe) y que vamos descubriendo poco a poco, a duras penas. Todo lo que, quizás, lo férreo del régimen nos deja ver a través de sus ojos. Y hasta aquí puedo leer. Atentos al maravilloso guión del también debutante director Florian Henckel von Donnersmarck y a la frase final: más de uno tendrá que secarse las lágrimas discretamente por una tontería. Como en los grandes finales de un buen drama.
Por cierto, al margen de lo bonito de esta historia, no puedo dejar de comentar un punto más: lo bonito que es el amor de un fan. Como fan del fenómeno fan, es imposible no leer entrelíneas una pequeña reflexión sobre lo vacía que está la vida de una persona para arriesgarlo todo por alguien que en realidad no conoce. Desde este punto de vista más superficial, también una maravilla. 9.