Así que estas imágenes que vemos aquí, fruto de una fiesta de Louis Vuitton celebrada en Nueva York esta semana, me tienen en un brete porque no sé si tomármelas como que la Johansson ha perdido la cabeza y se ha convertido en una señora muy hortera o, por el contrario, está adelantándose a todo el mundo como le suele pasar. Detengámonos primero en el vestuario; por supuesto, es de la colección de la firma que patrocina el evento (y diseñado por Marc Jacobs) pero está en ese punto en el que no sé si me encanta o me horroriza. El color violeta acompañado del rosa… ¿no es como de Princesa Cisne? ¿O es un divertido homenaje al kitsch propio de una fiesta celebrada en un resort de Miami? Lo mismo pienso de los brillos, que no sé si me gustan o me duelen. Qué sinvivir.
Ahora, prestemos atención a la parte superior de Scarlett; pero, ¿no estaba mucho menos rubia la última vez? Ay, Dior mío, que se ha derramado un bote de agua oxigenada por la cabeza, que se ha puesto el color de Belén Esteban… ¿o de Blondie? Otra encrucijada. Para rematar, combina este rubio naturalísimo con unas cejas castañas que podrían llevar Leticia Sabater o Madonna. ¿Con quién nos quedamos?
En definitiva, la moda es difusa y compleja, todo depende de con qué la compares, de cómo te lo tomes todo y del sentido del humor de quien la lleva puesta y quien la ve. Voy a seguir pensándome qué me parece este look porque sigo viviendo sin vivir en mí…