Kieran Hebden & Steve Reid

En la desértica programación de los actos del Día Del Museo celebrado este fin de semana con el nombre de ‘La Noche De Los Museos’ era difícil hallar algo que tuviera que ver con el pop, esa palabra a la que algunos sólo otorgan cierto valor cultural si se aplica a un cuadro o una escultura. Pero por suerte hay gente que se esfuerza por buscar propuestas arriesgadas que puedan resultar interesantes además de ser gratuitas. Así, tanto ayer como el viernes por la tarde se pudo disfrutar en el Auditorio de la ampliación del Museo Reina Sofía de la actuación de Kieran Hebden, el hombre detrás de Four Tet, y Steve Reid, el legendario batería de jazz, un maestro que ha estado al lado de genios como Miles Davis o Fela Kuti, presentando su disco conjunto, ‘Tongues’.

No fue fácil acceder al recinto si no habías tomado la precaución de pasar a recoger las entradas gratuitas a lo largo de la semana. Y, dado su carácter gratuito, el público era de lo más variopinto, abundando el infantil (me parece muy bien que sus padres osen introducirles en el free-jazz a tan tiernas edades) y el de la edad de oro, que en contra de lo que pueda parecer aguantaron lo arriesgado de la propuesta de estos dos músicos con mucha más dignidad que mucha moderna que pasaba por allí y salía espantada al tercer número. Y es que eso es una de las cosas que más pereza me da de lo que algunos gustan llamar electrónica

: ese halo de modernidad tan hipócrita y tan de figurar que abunda en estos actos. La otra es que, en el otro extremo, la electrónica es eso que sirve de excusa para ponerse hasta las cejotas de química, a ritmo de bombo.

En fin, hablemos de lo que es importante en realidad. La unión artística de Kieran Hebden y Steve Reid se basa, sobre todo, en la improvisación. En escena, ambos se reparten protagonismo alternativamente: el señor Reid dando rienda suelta a su sapiencia a las baquetas, encontrando preciosas perlas de free-jazz; por su parte, el británico alterna el ruidismo con la manipulación de grabaciones de guitarras y pianos que son habituales en sus álbumes como Four Tet, buscando continuamente la complicidad con el americano. Así, en el excitante paisaje jazzístico creado por el batería, consiguieron hallar verdaderos momentos de emoción que se elevaban al infinito para después caer y volver a levantarse (si alguien quiere leer algo bien escrito sobre esto que recurra a ‘En El Camino’ de Kerouac) . Especialmente grandes fueron los momentos en los que Hebden recurrió a unos profundísimos bajos de dub que hicieron retumbar la grada literalmente, o esos en los que los ruidos de baja frecuencia se hacían casi incómodos. Fue una actuación verdaderamente vibrante, una propuesta que difícilmente pueda ser igualada hoy en día. Una delicia. 8.

Dedicado a nuestros lectores Petula y, especialmente, Showarmi.

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Publicado por
Raúl Guillén