La campaña electoral está que arde y nosotros sin hacernos eco de ello. Lo cierto es que cada vez que nos metemos (un poco) en política en JNSP recibimos más insultos que otra cosa y no se nos suele entender muy bien -nos han llamado de todo, desde nazis y peperos hasta rojos pasando por un socorrido «feos»- así que hemos decidido abordar la campaña electoral por su lado más… etéreo, digamos. Así que, como lo mío son las modas y los looks, me ha surgido una oportunidad magnífica de comentar las campañas desde donde más me duele: la estética. Comenzamos con Madrid, que tiene bastante tela, y con los candidatos más visibles.
Esperanza Aguirre. Tan rubia, tan jovial, tan natural, tan del pueblo… Así aparece Esperanza en las imágenes de su campaña electoral, mucho más favorecida que en aquellas en las que lucía orgullosa casco y chaleco cual abeja obrera. Tan sospechosamente favorecida está que da la impresión de que su diseñador gráfico ha sufrido un ataque de Photoshop digno del de Kylie, de manera que le ha borrado tanto las arrugas a esta buena señora de cincuenta y cinco años para que parezca una joven de treinta. Mientras que los expertos en campañas estadounidenses apuestan por las canas y la prestancia que la edad da a sus candidatos electorales, aquí lo que queremos son Barbies. Me atrevería a decir que incluso tiene más marcada la cinturita, como si llevara una faja bajo la chaqueta o su amable diseñador le hubiera estilizado un poquito el talle con el ratón… Esperanza transmite tanta juventud como Ana Obregón cuando finge que es una niñera stripper, pero hay que reconocer que han hecho un buen trabajo de lifting digital.
Alberto Ruiz Gallardón
. Yo conozco mujeres que opinan que el
candidato a la Alcaldía de Madrid es un hombre atractivísimo y todo un galán de telenovela. No es un Adonis, pero sí mucho más resultón que la mayoría de los hombres de su partido (Martínez Pujalte, Rajoy… físicamente unos fistros) y una persona que lleva bien la edad que tiene (cuarenta y nueve años). Eso sí, el problema que siempre ha sufrido este hombre y que sus estilistas (¿en el PP gastan de esto?) no terminan por resolver son sus cejas, y en la campaña vuelven a ser el foco de atención por su desproporcionado tamaño, su color canoso y su inusitada forma. Está claro que Gallardón tiene muchísima ceja; bien, pues en vez de recortarlas de mala manera y de no teñírselas del mismo color del pelo (que te pasa como a Aznar con el bigote, chato), lo que deberían hacer es recurrir a un especialista que se las rediseñe y se las depile como Dios manda, que hoy día si te pueden hacer rejuvenecer veinte años cómo no vas a poder conseguir una cosa tan sencilla. Probablemente se le quitaría esa expresión de
nerd de la cara y ganaría credibilidad, aunque el pueblo de Madrid parece que se la da aunque las cejas le ocupen toda la cara. Destacable también en este cartel el hecho de que no lleva corbata -más cercanía, informalidad, buenrollismo… Vamos, parece la campaña catalana esto- y la postura de los brazos, que se carga toda la prestancia de la imagen porque da sensación de que el fotografiado está incómodo y a la defensiva. Ay Alberto, menos mal que sabes que te votan por ser quien eres, que como sea por esta foto…