Gareth nació en Sunderland hace sólo veinticinco años; con su título de la Saint Martin’s aún calentito ya empezó a desfilar en la London Fashion Week, sorprendiendo a todo el mundo con su exhuberante imaginación, su concepción tétrica y a la vez teatral de la moda y su factura impecable. Sus creaciones son imponibles, mágicas y abrumadoras, como salidas de otro mundo, y en efecto no son el modelo más adecuado para ir a trabajar. Ahí es precisamente donde radica su éxito: en la irrealidad que transmiten.
A pesar de lo complejo de su ropa, Gareth ya ha empezado a vender ropa a algunas celebrities, y no le da vergüenza reconocer que fue Kylie Minogue
la primera famosa que se dignó a pagarle un traje, concretamente ese de gallina Caponata que lució en su última gira. Tal y como funcionan las cosas, lo más seguro es que el británico no se forre demasiado vendiendo la ropa con su propio nombre; más bien, será su campo de pruebas para dejar volar su imaginación y hacerse un nombre hasta que un Dior Homme o un Yves Saint Laurent lo fichen para revitalizar alguna de sus líneas y ya por fin se haga de oro. Ahí es cuando ya podremos hablar del nuevo McQueen, Lagerfeld o Galliano. Tiempo al tiempo…