El veredicto Summercase 2007

El viernes a las 15 en el Metro un chico con pantalones de pinzas, recién salido de trabajar: «Voy al Summercase». Y otro contesta: «Ah, mi hermana también. ¿Vas ya para allá?». «No, no, tendré antes que ir a casa a disfrazarme de moderno». Y esto es lo que mola del Summercase. Lo de disfrazarse de moderno al salir del trabajo también, pero sobre todo enterarte de que va tu vecina, la hermana de tu amigo, tu prima y todos tus amigos. Otros festivales pueden traer más grupos o lo que sea, pero que Sinnamon traiga este festival a las puertas de nuestras casas es un regalo. «Regalo» porque 100 euros por ver a PJ, Jarvis, Lily, OMD, The Jesus & Mary Chain, etcétera, no se considera dinero, ¿no?

Entre lo mejor, por tanto, no nos cansamos de destacar lo de poder dormir en nuestras casas o la cantidad de lanzaderas (aunque a la vuelta había que esperar bastante, es difícil imaginar un número mayor de autobuses), y entre lo peor, la comida, bastante mala y escasa, y la bebida (el sábado se agotaron el Red Bull y las tónicas, y entonces, ¿¿¿¿qué nos quedaba????). Aunque uno de los camareros que, con el agobio que tenía encima, lanzaba las hamburguesas como frisbies, merece un homenaje. Después del salto, las críticas de los conciertos.

Perry Blake: Acompañado simplemente de un teclado a modo de piano y de un bajo, Perry ofreció sentado un show intimista ante unos pocos cientos de personas a las siete de la tarde. Perdidos los matices electrónicos y orquestales, temas como ‘Widows by the radio’ intentaban transportarte a un antro francés y decadente. Un poco gore para abrir la tarde, que en el Summercase no sirven vino blanco. Supervago.

Miqui Puig y El Conjunto Eléctrico: Muy bien arreglado, como siempre, apareció Miqui con su Conjunto Eléctrico. Arropados por el público, que parecía acogerles estupendamente, sonaron canciones de su nuevo recopilatorio en directo, como ‘Amigos y conocidos’ o ‘Todo va bien’, y entre las más ovacionadas no faltaron ‘La puta canción’ (echamos de menos a Jeanette, qué pena, cosas de los directos) y ‘Te quiero ahora, te quiero luego’, muy coreadas mientras Miqui ofrecía un espectáculo lleno de acrobacias y todo tipo de bailes que no dejaban inmóvil a nadie. Fenomenal estuvieron todos los músicos de su Conjunto Eléctrico. Patri.

Badly Drawn Boy: Solo con su guitarra acústica, a los teclados o con su banda y siempre con su mítico gorrito de lana aun a 40º a la sombra, Badly Drawn Boy ofreció uno de los shows más ricos en matices. No llegó a arrasar como merece la calidad de algunas de sus composiciones, quizá por la hora o porque el escenario se le quedó grande, pero resultó de lo más agradable y fue el aperitivo perfecto para los cabezas de cartel. Supervago.

James: Yo me apunto a más comebacks como este. Fue un gustazo ver cómo la banda de Manchester era capaz de congregar a tantísima gente en un horario más bien ingrato y satisfacerles con un concierto repleto de sus innumerables hits, que muchos se sorprendían coreando. Sin haber perdido un ápice de magia, el grupo que durante años acaparó todas las portadas de la prensa inglesa demostró que su regreso está más que justificado. Destacaron, por supuesto, el tremendo carisma de un Tim Booth pletórico, con sus hipnóticas contorsiones, el arranque directo a la yugular con ‘Born Of Frustration’ y ‘Sometimes’ y ‘Sit Down’ y ‘Tomorrow’ y ‘Getting Away With It’ y… Grandes, James. Caniche.

Dragonette: Éste fue uno de los conciertos que más disfruté, sin lugar a dudas. Y a pesar de lo corto que fue, para mí rozó casi la perfección. Los canadianses estuvieron simpáticos y divertidos. Además, todo el mundo encima del escenario parecía mil veces más guapo que el resto de los mortales… Un sonido bastante bueno favoreció el directo de la banda y soló recuerdo bailar como en extásis al ritmo de ‘I Get Around’, ‘Take It Like A Man’ o ‘True Believer’, entre otras. Maravillosos. ¿Cuándo van a volver? Angèle Leciel.

Jarvis Cocker: A unos 50ºC de temperatura y en el peor escenario posible, la maligna Terminal S, Jarvis desgranó casi entero su disco homónimo como si el calor fuera ajeno a él: con camisa y chaqueta y lleno de energía. Como era de esperar, ni gota de Pulp, pero el nuevo repertorio de Cocker tiene la suficiente fuerza como para triunfar por sí mismo en un festival grande. Sonó bien, estuvo muy gracioso (le lanzaron una especie de lona desde el público y anduvo un rato cantando con ella en la cabeza tan pichi) y volvió a deleitar al respetable con sus bailes… indescriptibles. Un fallo: en Madrid no hizo bis y nos han soplado que en Barcelona preguntó que si querían una canción más y les regaló una versión de ‘Eye of the Tiger’. ¡Agravio comparativo! Patata.

DJ Shadow: Está ya en los últimos conciertos de su gira, y por lo tanto se le veía muy tranquilo y dicharachero, con la actitud del que ya lo tiene todo bajo control. Él solo ante la mesa de mezclas, puso a bailar a todo el mundo, sobre todo con los temas del ‘Entroducing…’, y a través de las proyecciones hizo referencias a cierta hartura que tiene ya con ‘Organ Donor’, aunque no pueda dejar de pincharla porque la gente se vuelve completamente loca. iko.

The Jesus and Mary Chain: Tranquilos y relajados, pero ágiles, The Jesus and Mary Chain cumplieron expectativas ofreciendo uno de mis conciertos favoritos del festival. Su show no fue del tipo «conoces más canciones de las que crees», como el de James, pero no dejabas de flipar con lo que les han copiado bandas del tipo Raveonettes. Los abandoné a tiempo de ver el ‘Music / Standing in the way of control’ de The Gossip, pero si salías corriendo de ésta llegabas justo a tiempo de escuchar ‘Just like honey’, dando lugar a los 10 mejores minutos del Summercase del viernes.Supervago.

The Gossip: Con la desazón de dejar a TJAMC terminando un arrebatado ‘Head On’, me decidí por ver a la banda que lidera Beth Ditto. Y es que más allá del personaje mediático en el que se está convirtiendo su cantante, el show prometía mucho. Y cumplió con creces. Con el mismo minimalista pero solvente formato guitarra-batería o bajo-batería que, por ejemplo, The White Stripes, The Gossip tienen un plus: la Ditto. Y es que es EL puto animal de escena. Sin dejar de bailar ni cuando la banda dejaba de tocar, su portentosa voz, llena de blues aguardentoso, soul y funk, arengaba desgañitada al baile desenfrenado, con resultones guiños como cantar el estribillo del ‘Music’ de Madonna entre canción y canción. Centrando el repertorio en lo (mucho) bueno de su último ‘Standing In The Way Of Control’, era imposible dejar de bailar, saltar y corear, para terminar con el delirio total en el tema que titula el álbum. Lo mejor del viernes para mí. Caniche.

Electrelane: Me sorprendió la gran cantidad de público que acudió a ver a los de Brighton. Su personal ‘krautpop’, con un pie en el territorio de Stereolab y el otro en el de Bikini Kill, es muy propicio para triunfar en directo. Y claro, se lo llevaron de calle, pese a los continuos aspavientos del batería que parecía no oír nada por su monitor. Destacaron la intensidad de su último single, ‘To The East’, y la genial ‘Bells’. Caniche.

Air: No es que el último disco de Air sea de lo mejorcito de toda su discografía, pero hay que ver qué bien suenan los franceses en directo. Con su electrónica sencilla, poco recargada y una propuesta más que interesante, hicieron las delicias de todos los que no se habían decantado por OMD delante de un escenario lleno de pequeños puntos de luz que simulaban estrellas. Y es aquí cuando te das cuenta de que determinadas canciones suenan incluso mejor según estés en un sitio o en otro, porque a mí los gabachos me emocionaron, y mucho. Farala.

OMD: Con la boca abierta recibió el público el comienzo del show de OMD con su mejor y más famosa canción, ‘Enola Gay’. ¿Resistirían un setlist estructurado así teniendo en cuenta que, no nos engañemos, la mítica banda apenas cuenta con una decena de buenas canciones? Pues sí, porque desde esta a la final ‘Electricity’ pasando por ‘Souvenir’, sonaron casi todas. Ellos están en bastante buena forma, salieron con ganas de darlo todo, su macarrismo es bastante más comedido que el de New Order y la gente aplaudía enloquecida. Repito: enloquecida. Supervago.

Kaiser Chiefs: Típico grupo que mucha gente cree que no conoce pero que en cuanto escucha algunas de sus canciones espeta «ah, ¿pero son estos?». Yo no soy nada fan de los Kaiser y muchísimo menos después del sonido hojalatero del que hicieron gala en la Terminal O. ¿Fue mi impresión, mi situación o los técnicos de sonido no terminaron de hacer un buen trabajo con ellos? De lo contrario, no entiendo a qué venía tirar tanto el micrófono al suelo de tan mala hostia, querido Ricky Wilson. Los ingleses desgranaron algunos de sus temazos de buena manera, desde el primigenio ‘Everyday I love you less and less’ hasta el reciente ‘Ruby’ sin despeinarse, pero al final del concierto, el sabor era agridulce. Una pena, porque prometían. Farala.

!!!: ‘Myth Takes’ es uno de los discos del año, así que no es exagerado decir que el show de !!! era uno de los momentos más esperados del Summercase 2007. El gigantesco combo (con hasta nueve miembros en escena) de New York respondió al llenazo de la Terminal S con olas de funk-rock salvaje y desbocado que aplastaban a un público que pedía más y más a un Nic Offer (con su destartalada imagen que a algún miembro de JNSP repugna tanto) imparable con sus bailecitos rarunos. Curiosamente, la tensión se desvaneció leve e inexplicablemente tras ‘Must Be The Moon’, con la aparición de una vocalista negra que también cantó ‘A New Name’, pero poco a poco todo volvió a su sitio, enlazando un tema tras otro, sin dar respiro. Un high del festival, sin duda. Caniche.

The Chemical Brothers: A pesar de que su último disco no es santo de mi devoción, al final me decidí a acercarme a lo de los Chemical, que yo creo que últimamente están en casi todos los festivales de España y del mundo. Por suerte no se centraron en ‘We are the night’, así que pudimos escuchar bastantes canciones de ‘Push the button’ y algunos de sus temas míticos, como ‘Hey boy, hey girl’. Sin embargo, no terminaron de convencer. Parece que cada vez hacen los conciertos con menos ganas y son más divorras. Eso sí, las vídeo proyecciones fueron magníficas y el bakalismo que se concentró allí lo disfrutó mucho. Farala

1990’s: Como The View, decepcionaron bastante. A los 1990’s jamás los había visto. Esperaba algo más de ellos, la verdad, quizás por sus raíces seudo-franzferdinanas. Les faltaba la madurez que a los Editors les sobraba. Dieron sensación de inexperiencia y de sosez generalizada. Y únicamente brillaron con hits, como ‘See You At The Lights’, ‘You’re Supossed To Be My Friend’ o ‘You Made me Like It’ y probablemente más por las ganas que el público – mayoritariamente anglosajón – se contagiaba entre sí, que por las que aportaron ellos mismos. Nani

The Hidden Cameras: Sólo una pega: la hora. ¿Pero cómo se puede poner a semejante grupazo a las 19.25 horas de la tarde de un sábado? No sé, sus fans vamos a ir cuando sea, pero da rabia que los más rezagados se queden sin ver a Joel Gibb y su banda, a mi gusto, de lo mejor que ha pasado por el festival. Sobre el escenario, supliendo la falta de una escenografía impactante en la que esconder defectos, los canadienses se decantaron por una puesta en escena alocada en la que todos los miembros del grupo saltaban y bailaban cambiando en cada canción el instrumento que tocaban. La incursión de un bailarín en rockys que se movía como un adicto a los after, fue más que suficiente para que los canadienses se metieran al público en el bolsillo. Vamos, que a nadie le importó que Joel se quedara un poco afónico en algunas canciones. Ni siquiera a los Astrud, que andaban por allí vigilando a los que les aclamarían horas después. Piscu

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Editors: Nuevamente me encuentro con estos británicos en un festival. El año pasado en el FIB ya lo dieron todo en un conciertazo lleno de hooligans a duras horas de la tarde. En aquella ocasión tuvieron un mal comienzo de actuación debido a la desafinación de alguna de sus guitarras, pero acabamos vibrando simplemente al dejarnos llevar por el fanatismo inglés con temas como ‘Munich’. Esta vez hemos tenido un año. Ellos para demostrar quiénes eran. Nosotros para ver su evolución. El pensamiento que más se me vino a la cabeza en el concierto del sábado fue «son algo más que aquello en lo que pensé que se quedarían, un grupito de nueva ola preparado para ser olvidado». Y lo son, demostraron madurez en el escenario y supieron transmitir toda la energía que derrochan, haciéndonos disfrutar como nunca con directos de temas como ‘Lights’, ‘Blood’ o ‘Bullets’. Y poniéndonos el vello de gallina cuando Tom Smith abandonaba su guitarra y la sustituía por unos desgarradores toques de piano. Nani

Sr. Chinarro: Parece mentira que en el mismo recinto donde 24 horas antes había visto a unos sobresalientes Dragonette estuviera el sábado Sr. Chinarro sonando tan mal. Fue una pena que el sonido se acoplara de forma a veces bastante desagradable, porque disipaba el buen ambiente que se había formado con la carpa a rebosar de un público realmente emocionado. Cuando me fui corriendo para ver lo que quedara de -ese súper show que nos dio- Lily Allen, allí no cabía ni un alfiler. Disfruté mucho de ‘Esplendor en la hierba’, ‘Del montón’ y otros temas de ‘El mundo según’. A ver qué tal suena en el Contempopránea… Angèle Leciel

Lily Allen: Los vientos de ‘LDN’ en directo encauzaron el mejor concierto, para mí, del festival. Y no por esos discursos que se marcó Lily entre canción y canción, recordando lo pequeña que era la polla de su ex o riéndose del fracaso de chicas que le quitaron a sus chicos; ni por la apología del alcohol, ni siquiera por todo ello sumado. Por encima brilló la genialidad de unas canciones llenas de humor que la Allen cantó con más voz de la esperada. ‘Littlest things’ ponía los pelos de punta, ‘Knock em out’ te hacía partirte de la risa. Para después de la versión de ‘Heart of glass’, ya empezabas a querer que se acabara el show, y no por cansancio, sino porque todo lo que se bebió allí encima se le estaba empezando a subir de muy mala manera. Supervago.

PJ Harvey: A cuadros me quedé cuando vi que Phoenix era en un escenario grande y PJ en una carpa. Pero había una explicación: ella venía sola. Vestida de novia o algo así, triunfó a su guitarra eléctrica en temas como ‘Who the fuck’ o ‘Rid of me’, pero no tanto con los temas al piano, bastante inaudibles. Hubo alguna pitada, también un insoportable acople de sonido que ella decidió tomarse con sentido del humor. Pero sobre todo hubo grandes vítores. En particular, una división que a mí no me apetecía nada. La próxima vez, PJ, más ‘Stories from the city’ y una banda, porfa. Supervago.

Phoenix: Aunque sólo conocieras un par de canciones de este grupo que tiene como líder al marido de Sofia Coppola y que, en realidad, parece igual que cualquier otro grupo del rollo indie rock, su actuación resultaba más que decente, sobre todo por ‘Too young’, esa canción tan buena que formó parte de la BSO de ‘Lost in translation’. A pesar de todo, lo que no tuvo sentido fueron esas dos canciones instrumentales en mitad del concierto mientras el cantante, en plan flipado, se echaba una siesta tumbado en el suelo. Una verdadera P-A-N-T-O-M-I-M-A que no tuvo ninguna gracia. Farala

The Whitest Boy Alive Mientras PJ Harvey y Flaming Lips se hacían con la mayor parte de la audiencia del festival, The Whitest Boy Alive, liderados por Erlend Oye, daban su primer concierto en Madrid ante un público reducido en un principio pero más que entregado. La banda formada en Berlín tocó temas de su disco ‘Dreams’ con alguna concesión a Kings of Convenience. Un concierto absolutamente memorable cuyo punto álgido fue la petición de palmas flamencas que el público recibió con auténtica locura. ¿Lo harían también en Barcelona? Flat Eric

The Flaming Lips: Como fan, me dolió darle un palo a ‘At War With The Mystics’. Después de su show en el Summercase, se han redimido un poco, pero no del todo. Siguen siendo un espectáculo digno de ver por cualquiera, pero los jueguecitos tipo «salir-a-cantar-dentro-de-una-esfera-de-plástico-gigante-y-arrojarse-al-público» empiezan a estar gastados, después de repetirlos durante años. Demuestran un gran sentido del humor (como Coyne repitiendo antes de cada tema ‘Please, sing along!’, incluso en los instrumentales), pero la bromita de ‘The Yeah Yeah Yeah Song’ resultó cansina. Tienen un repertorio brutal cuando lo sacan de paseo, pero prácticamente aparcaron su mejor disco, ‘The Soft Bulletin’, para castigar con soporíferos temas de su último disco (insisten en ese ramalazo a-lo-Black-Sabbath). De no ser porque sacaron todo el partido a temazos como ‘Yoshimi Battles …’ o la siempre emocionante ‘Do You Realize?’, la cosa podía haber acabado en tragedia. Caniche.

Astrud: En su afán por innovar en cada gira que acometen, Astrud sorprendió transformada en una banda de ¿punk? La propuesta era sin duda original, pero parece que tienen que rodar un poco más esta nueva modalidad porque el ruidazo que hacían, sobre todo al principio, con tanto guitarreo y la voz de Manolo bajísima lo hacían bastante insoportable. Hasta ‘Minusvalía’ sonaron reguleros y muchas canciones, sobre todo las nuevas, apenas se reconocían; después volvieron a parecerse a la banda que conocíamos y retomaron temas antiguos (‘Bailando’, ‘La Boda’) con la consiguiente emoción del público, que se había mantenido bastante frío hasta el momento. En fin, un concierto agridulce, que empezó aburridillo y con fallos de sonido bastante graves, pero que terminó más felizmente con su correspondiente bis (‘El Vertedero de Sao Paulo’) y una audiencia más entregada. Lo mejor, sin lugar a dudas, la camisa floreada como de lamé de Genís. Patata.

Arcade Fire: Eran de los más esperados del festival, por primera vez en Madrid, y aglutinaron a un gentío muy heterogéneo. Las conversaciones que se podían escuchar entre tema y tema eran impagables, haciendo referencia a si habían tocado ya el único tema que se habían bajado de internet. Son el grupo de moda. Y es que los Arcade pueden pecar de ser épicos, pero con la puesta en escena más cuidada del festival, y a pesar de que sonaron un poco bajos, cuando llegaron los temás más esperados, como ‘Neighborhood #3’ y ‘Rebellion’ la gente no se pudo contener para pasar a corear con ellos todos los ‘uuuuus’ y ‘aaaaahs’. Demostraron que pueden llegar a ser grandes. iko.

Bloc Party: Los británicos congregaron muchísimo público en la terminal E, al menos hasta que empezó LCD Soundsystem. La banda de Kele Okereke demostró que no son otra banda más en la montonera de grupitos de la última generación british, y que tienen un buen montón de temazos que en directo suenan afilados y potentes. Sin embargo, hay algo que falló, algo que impidió conectar. Quizá es que funcionan más en las distancias cortas, o quizá esa leve frialdad mecánica en la interpretación de los temas (parecía que hasta el salto de Kele al público estaba ya muy planificado). Y aunque el bis fue catártico con ‘Like Eating Glass’ y ‘Helicopter’, nada compensaba escuchar los rugidos de fervor provenientes del escenario de la banda de James Murphy. Caniche.

LCD Soundsystem: Yo pensaba que James Murphy iba a llevar al Summercase maquinitas de iPod y vainas esas de la música electrónica, así que imaginaos mi sorpresa cuando entro en la Terminal S y me veo allí toda una sucesión de instrumentos de verdad en el escenario. «Ya verás, no van a sonar nada bien…» pensé. Pues vaya chasco me llevé cuando empieza el concierto con ‘Us vs them’ y me tengo que comer mis palabras una a una, además de arrepentirme de haber hecho esto. Definitivamente, Murphy suena potentísimo en directo, y sus canciones son verdaderos temazos, sin ningún tipo de excepción. Y cuando sonó ‘Daft Punk is playing in my house’ eso sí que fue una maravilla. Todo un conciertazo. ¿Quién fue el lumbreras que lo hizo coincidir con el de los Scissor Sisters? Farala

Scissor Sisters. Hay que reconocerlo: fueron los grandes triunfadores del Summercase y punto. Jake ‘Culebrilla’ Shears no podía estar más hiperactivo, la Matronic más simpática, Del Marquis más bailón… A pesar de que su último disco es bien aburrido salvo un par de honrosas excepciones, Scissor Sisters abarrotaron la Terminal O y una audiencia enfervorecida coreaba haciendo «guachuguán» hasta las canciones que no se sabían del ‘Tah-Dah’. Jake estaba tan espléndido que hasta trepó por una de las lonas del escenario, enseñó el culo y no desafinó ni en los falsetes, ni siquiera cuando en ‘Comfortably Numb’ se había vuelto completamente loco. No faltó ni uno de sus hitazos, quizás sólo ‘Return to Oz’, pero no se llegó a echar de menos porque con cada prenda que se quitaba el cantante (que fueron unas cuantas) se te iban olvidando todas las penas. Un 10; bueno, un 9,5 porque al final no hubo desnudo integral. Patata .

El diyeísmo y las carpas: Desgraciadamente, el viernes se echó de menos algo un poquito más pop que Felix Da Housecat en las carpas del Summercase, para poder disfrutar de la tónica general del festival, que es bastante más pop que electrónica, la verdad. Sin embargo, vaya por delante nuestra intención de felicitar a Amable & Gato por su fantástica pinchada el sábado por la noche, repletita de hits y de público más que entregado. Una pena que chapasen a las seis, que nos tuvimos que ir con todo el subidón y con los ojos abiertos como platos. Por lo demás, la configuración del festival fue similar a la del año pasado, con dos escenarios gigantes como zonas principales y dos carpas más pequeñas que acogieron conciertos «supuestamente» menos multitudinarios. Lo que pasa es que las carpas terminan resultando incómodas por el calor, pero -evidentemente- no se puede hacer otra cosa.

Mención especial merece el césped que había en la carpa con microclima de Lastminute.com y, sobre todo, la carpa del tabaco, fantásticamente bien surtida y con una persona súper atenta a darle al botoncito antes de que metieses el dinero. Es incluso comprensible que a última hora del sábado dijesen según entrabas «sólo queda Pall Mall y hay muy poco», pero hemos de reconocer que esto dio lugar al comentario más ingenioso de todo el festival, por parte de un chico que andaba por allí. Ante mi pregunta en alto «¿Y en qué se diferencian el Pall Mall San Francisco y el Pall Mall Nueva Orleans?» el chico se giró, me miró y me dijo «Pues depende de qué te guste más, si el blues o el house».

En otro orden de cosas y mirando al futuro, se comenta que el año que viene el festival de Madrid no se celebrará en Viñas Viejas porque los vecinos se han quejado muchísimo o porque el terreno lo ha comprado Mapfre, y que lo trasladan cerca, a una explanada próxima a la Ciudad Financiera del Santander, allí, en el medio de la nada, donde no haya ningún tipo de ley que nos ampare. Eso si a Gallardón no le da por construir un sitio decente donde Madrid pueda tener un festival, al más puro estilo Fòrum de Barcelona, que esto de mandarnos a la periferia porque no hay espacio para hacer nada es una vergüenza ya. Farala.

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