La conversación esta vez, sin embargo, no tiene precio. Esta mujer no para de chillar, una cosa horrible en televisión. Pero lo que es más, esta sorda como una tapia, porque además de chillar, tiene que pedir que le repitan todo lo que la televidente dice. Es evidente que la tal Ana llama para ser un poco tocapelotas, pero la verdad es que está muy graciosa con esas barbaridades que suelta a la vallisoletana en la puta cara. La otra, que tiene menos tablas en un plató que la Pantoja en el telediario, se dedica a soltar improperios y a insultar a la muchacha, en lo que imagino que es la tónica general del programa. Luego ya empieza con la publicidad subliminal (Masajes a 1000) y ya por último se toquetea como una guarrona delante de las cámaras. Cuánto arte junto.
Sin embargo, su intento de parecerse a la Tárrega, que a mi juicio tiene mucho más estilo, se queda en nada, en una simple verdulera de barrio, especialmente cuando recomienda que lo de exfoliarse con sal gorda y aceite sea una operación hotelera. ¿Se puede ser más cutre? Eso sí, atención a los relacionados de este vídeo, porque incluso aparece el niño predicador, que a Aída le da miles de vueltas.