El caso es que el juego de voces recordaba mucho al original y colaba bastante. El repertorio, lleno de temazos que muchos nos sabemos de memoria desde pequeños, supera con creces al de muchos otros grupos mucho mejor considerados (ver gráfico). Sonaron ‘Un sorbito de champagne’, ‘Flamenco’, ‘El segundo amor’, ‘Mejor’, ‘Tú me dijiste adiós’, ‘Nadie te quiere ya’, ‘Lola’, ‘Mejor’, ‘Bye bye chiquilla’, ‘Dance The Pulga’, ‘I Try To Find’, ‘El pasaporte’, ‘A mí con esas’, ‘Sola’, ‘Borracho’… Faltaron algunas de mis favoritas, como ‘Yo’, ‘Es como un sueño’ o ‘Walking Alone’, quizá por la ausencia de cuerdas, pero de todas formas, una pasada.
¿Lo malo? No se oía absolutamente nada, de manera que si no te sabías las canciones de pe a pa, mal andabas. Y por esta vez ni siquiera puedo quejarme de que la gente hablara. La gente estaba callada con ganas de tararear estribillos tan inolvidables como «Pero no importa, te perdono / Yo ya olvidé lo que pasó / Sabes que sigo enamorado / Y sólo pienso en nuestro amor» y apropiados para la verbena como «¿Borracho, yo? ¡Tururú!», pero si cantabas se te oía tanto que daba vergüenza cantar. Al final, cada tema que sonaba era una frustración y sólo en el bis, cuando recuperaron el sentido de «bis» como «sonar dos veces» o «repetir», el público se metió de verdad al ritmo de las segundas interpretaciones de ‘Mejor’ o ‘Flamenco’. Esperamos volver a verlos en mejores condiciones.