El día que la moda se volvió imbécil

Veo con estupor cómo algo que parecía la loca excentricidad de un genio se ha convertido en moda: Nicolás Ghesquière, el diseñador de Balenciaga, sacó hace tiempo una versión lujosísima del pañuelo palestino en un desfile. ¡Ja ja ja, qué cachondo! ¡Si es el pañuelo que llevan los okupas de mi barrio! Bueno, tomémoslo como una travesura y fin de la historia. Al poco, las trendsetters de rigor ya iban con su palestino de luxe por doquier: Mary-Kate Olsen, Sienna Miller, Kirsten Dunst, Diane Kruger (en la imagen, con su novio ataviado con la misma cosa)… Ahora me encuentro el Zara, Freshka y Strafalarius llenos de palestinos a seis euros, el mismo precio del rastro o cualquier mercadillo que se precie. Conclusión: medio mundo irá complementado esta temporada con el dichoso fular de marras que tenía que haber fallecido con Arafat.

A mí como broma me parecía graciosa, pero como tendencia ya no lo veo tan claro. Y es que tener los mismos accesorios que la gente de mi barrio que organiza las manifas y quema containers (pero que después vive del dinero que les mandan sus papás, algo ciertamente anarquista y libertario, así me hago yo okupa también) me parece todo un despropósito. No al palestino fuera de su contexto, es decir, Palestina. No no no y mil veces no.

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Publicado por
Patata