La noche in albis

[Foto: Agencia Efe]

Por segundo año consecutivo, Madrid ha celebrado su noche en blanco, al igual que otras ciudades europeas. Para este año, igual que para el pasado, la Concejalía de las artes ha preparado una serie de eventos (bueno, es un poco triste llamarlo serie de, cuando hay programadas más de cien actividades) a lo largo y ancho de la capital. Desde conciertos y sesiones de DJ’s hasta manifestaciones de arte contemporáneo en las calles.

A destacar que, con todos los días de calor que tiene Madrid al año, parece que el tiempo ha decidido no acompañar a esta fiesta en su corta vida, porque los dos años ha llovido, el primero poquito y éste, bastante. También hay que celebrar que el Ayuntamiento se decida a cortar el tráfico en el centro de la ciudad, peatonalizándolo por un día y cediendo la calle al completo a los que acuden a estas actividades, haciendo mucho más placentera la experiencia. Luego ya está el tema del transporte, factor fundamental cuando hay propuestas desde Ciudad Universitaria hasta Legazpi. Este año ha mejorado con varias líneas de la EMT dedicadas exclusivamente al transporte de asistentes, pero lo cierto es que al final, como siempre, los búhos y metrobúhos iban hasta arriba y ha sido francamente desagradable a la par que difícil retornar a casa. Para el año que viene, volvemos a plantear la cuestión: ¿tantísimo dinero cuesta dejar el metro abierto una noche al año? Claro, que el metro depende de la Comunidad y no del Ayuntamiento como la EMT y sabiendo cómo están los ánimos, imaginamos que no habrá intención ninguna…

Ante la apabullante cantidad de propuestas, sólo vamos a hablar de algunas y serán las musicales. Adelantamos que son muy pocas, porque la noche, la lluvia (y las aglomeraciones) no nos han dado para más. Farala.


Triángulo de Amor Bizarro
Ya no hay duda que el trío de A Coruña es una de las sorpresas de la temporada y tiene encandilado a casi un 50% de JNSP. En el escenario de Tribunal del festival Puravida dieron otra muestra del porqué. Congregaron a bastante gente para ser las seis de la tarde y muchos hasta se sabían las canciones. Tocaron su álbum casi al completo y, al contrario de lo que ocurre en él, las guitarras pierden protagonismo y se convierten en mero ornamento para una base rítmica que lo llena todo. Sobre todo Isa, que toca el bajo como una auténtica bestia y suple con creces una segunda (o tercera) guitarra. Por nuestra parte, salimos encantados con la solvencia de sus minihits

y no pudimos parar en toda la noche de repetir consignas tan socorridas como «Jesús ordena flequillo Cleopatra», «llevar navaja siempre es conveniente» o «lo malo del gobierno es quien gobierna». Caniche

Algora
Hay que ver qué presencia tiene este chico en el escenario pese a lo joven que es y a lo poco rodado que está. Víctor Algora se atrevió con un acústico en el que ha demostrado que no todo en sus canciones es maquinita (francamente emocionantes las versiones de ‘Querido hombre cebolla’ y ‘Cucarachas’) y que sus letras son realmente buenas. Además, lejos de la producción del disco, la voz sonaba clara, limpia y ha demostrado que canta muy bien. Una pena el sitio escogido, una especie de sótano sin oxígeno, aire o cualquier cosa similar y en el que hacía un calor exagerado. También lo desmejoró mucho el sonido, muy bajito, y con una serie de personas alrededor empeñadas en hablar a voz en grito. ¿En serio hay que decir esto cada vez que hablamos de un concierto? Que cuando vas, es a escuchar música, no a oír cómo los de al lado están de cháchara… Farala

El Matadero
Al final, ningún miembro de JNSP se atrevió a darse un paseo hasta el Matadero, lugar que se abrió con la intención de que fuese el Fórum de Madrid. Y es que, con lo lejos que está, hay que ver la pereza que da acercarse. Por otro lado, menos mal que no lo hicimos, porque por lo visto, aquello parecía Whitechapel. El suelo estaba embarrado, a la gente le llovió encima, había controles de seguridad para que no colases ni una sola botella de agua (así me gusta, que la gente muera de sed, que seguro que las bebidas eran baratísimas) y a eso de las 3.00 se vieron obligados a cerrar las puertas del lugar porque ya no cabía ni un solo alma, dejando a la gente de dentro encerrada y a la de fuera cabreada. Lástima no haber estado allí, porque debió de ser un cuadro. ¿Algún testigo entre nuestros lectores? Nos encantaría tener una versión de primera mano de los hechos… Farala

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