El Orfanato

A las 3 de la mañana todavía estaba despierto recordando una escena de ‘El Orfanato’. Tenía miedo, sí, pero un miedo más relacionado con traumas infantiles casi olvidados que con lo visto en la pantalla. Y es que después de tantos meses de autobombo, creo que era inevitable que la cacareada película de Juan Antonio Bayona me decepcionara. No se puede decir que el filme sea malo, estaría mintiendo, pero llega con retraso a los ojos de un espectador que ya se emocionó con ‘El laberinto del Fauno’ y ya se asustó con ‘Los Otros’. Es lo que pasa cuando llegas tercero a la meta. Que todos te comparan.

Con esto no quiero decir que ‘El Orfanato’ tenga algo que ver con las antes mencionadas. Para nada. La historia es completamente nueva, emotiva, engancha y conmociona, por lo que entiendo que los americanos estén tontitos con ella. Yo, si tengo que elegir, me quedo con Belén Rueda cuando grita y cuando llora, que de normal no me la creo. No exageran los que alaban el trabajo de esta actriz de la que, por cierto, si conoces su biografía, puedes descubrir el secreto mejor guardado de la película sin necesidad de ir al cine. Stanislavsky en estado puro. No así el método de Geraldine Chaplin. Hace tiempo que dejé de intentar comprenderlo.

Guste o no, lo claro es que hoy se estrena el que será el gran taquillazo español de la temporada porque la maquinaria publicitaria de Telecinco y el hype periodístico así lo han querido. A la salida de las salas, se enfrentarán dos bandos: una masa que se dejará llevar por la opinión que la cadena privada les ha inducido a tener, y unos menos que necesitarán algo más que un susto fantasmal para caer rendidos a los pies de la película. Todos tendrán razón. Yo no tanta. Y es que no puedo evitar preguntarme si ‘El Orfanato’ no me gusta porque todo el mundo habla de ella o todo el mundo habla de ella porque no me gusta. 6

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Publicado por
Claudio M. de Prado