Sólo los grandes pueden permitirse el lujo de pedir a la gente que no le admiren. Sólo los genios pueden pasar del cariño de sus fans porque saben que su trabajo, con apoyo del pueblo o sin él, seguirá siendo fantástico. Sólo los buenos se enfadan, porque nunca hay que fiarse de los que nunca muestran sus emociones. Sólo gente como Fernando Fernán Gómez vive después de muerto. El actor, director, escritor y, por qué no, sobre todo personaje, acaba de fallecer en un hospital madrileño a los 86 años de edad. Así que adiós, Fernando. Adiós, o todo lo contrario.