El dúo Clarke – Bell firma este disco de portada candidata a la más fea del año, en el que se alejan entre poco y nada de lo que venían haciendo. Y es que escuchando este álbum, siento como una especie de déjà vu y me creo que estoy, por ejemplo, con lo anterior de Andy Bell, ‘Electric Blue’. Desgraciadamente los ingleses no arriesgan ni mínimamente con este compendio de synth pop que al final se hace largo y larguísimo. Hay que reconocerles que lo que hacen lo saben hacer fenomenal, que suena muy bien y que es un disco pegadizo pero… ¿en serio la repetición de fórmulas es lo mejor que nos pueden dar?
Las bases electrónicas para la pista de baile siguen siendo uno de sus puntos fuertes, pero los giros vocales, las letras y los arreglos terminan resultando un tanto cargantes de puro cansino. Sin embargo, es difícil entender cómo estos dos siguen sin pegar fuerte en todas las discotecas chochis de la ciudad, porque… ¿de verdad la gente sigue prefiriendo escuchar el ‘Crazy in love’ de Beyoncé antes que estos temas? Que sí, que para los que hemos seguido un poco la carrera de Erasure son un poco coñazo, pero a pegadizos no hay quien les gane. De todos modos, ahí no queda todo: siempre puede haber algo que es peor. ¿En serio no están ya hartos de la balada tipo Mariah Carey que últimamente plantan a capón allí dónde pueden? Porque… ¿hay alguien capaz de aguantar ‘Storm in a teacup’ entera? ¿Y ‘Fly away’? Vaya tela.
Calificación: 4,5/10 (¿no tenemos ya suficientes grupos que hacen lo mismo over and over again?)
Temas destacados: ‘Sucker for love’, ‘Sunday girl’.
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