La película aborda un problema poco tratado por la ficción de hoy: apenas hay bebés para ser adoptados (genial la broma que se hace sobre si en los estadios de China no lanzan bebés por los aires porque sobran). Juno, la protagonista, de 16 años, se queda embarazada el día que pierde la virginidad pero, en lugar de abortar, decide buscar una pareja estéril para cederle su hijo de por vida sin esperar nada a cambio.
El filme de Jason Reitman no está protagonizado por personajes naíf, buenos, perfectos y desinteresados. De hecho la acidez de muchos de ellos ofrece algunos de los momentos más divertidos de la película. Y aunque la verdad es que algunas de sus cualidades, reacciones y comportamientos están bastante estereotipados dentro de lo que podríamos considerar como cine indie de personajes nerd, hay algo que lleva a ‘Juno’ a superar con soltura la barrera friqui para llegar a lo universal. De la misma manera que las preciosas canciones de Belle & Sebastian
o Kimya Dawson de la banda sonora están trascendiendo lo indie para transformarse en superventas en Estados Unidos. Así, los debates sobre si Sonic Youth son una mierda o sobre si el rock fue mejor en el 77 o en los 90, que a nosotros nos pierden, se quedan en anécdota en comparación con la ternura que desprende el personaje de Bleek. Podemos entender un homenaje a lo indie en el final del personaje del padre adoptivo que renunció a sus sueños rockeros para dedicarse a componer temas para publicidad, pero por encima de cualquier supuesto mensaje que saquemos de ella, ‘Juno’ es una película bonita que nos ha hecho reír y llorar. ¿Puede decirse así simplemente y ya está? 9.