Fama: ¿el reality interminable?

Para los que estamos enganchados de muy mala manera a Fama, poder ver ayer a Sonia dando saltos en el aire, enzarzada en un amasijo de serpentinas de colores, no tuvo precio. Igual que no tuvo precio que Cuatroº se bajase los pantalones (por fin) y se decidiese a hacer una gala nocturna con los chicos de este reality que tiene mucho de fanfarrón pero muy poca chicha. Digo que tiene mucho de fanfarrón porque, en el fondo, ¿dónde van a acabar -como mucho- la mayoría de estos pupilos? Os lo digo yo: en el ballet de Money money. O en algo peor.

Vamos a reconocer que, pese a su carácter infinito y prolongado en el tiempo (nadie vislumbra de momento el final del concurso, en el que cada semana entra una pareja nueva, para desesperación de sus concursantes más veteranos, que se ven allí para toda la vida), Fama es el típico show efectista que engancha. Junta cuatro canciones pegadizas (por mucho que las odies o las termines odiando con el paso del tiempo), un par de cuerpos masculinos y femeninos semidesnudos bailando y mucha lágrima y ¡zas! ya tienes la forma perfecta de tener a los telespectadores pendientes de la televisión durante unos minutos.

Ahora tenemos la suerte de disfrutar de las galas dominicales, que no son más que uno de los programas semanales trasladados al domingo: coreografía grupal, expulsión, dos parejas que pujan por entrar en la escuela y una especie de coreografía con invitados que -me vais a perdonar- pero podrían ahorrársela. El programa de ayer terminó con una cosa insulsa de Bollywood que más bien parecía Banghra y en la que los bailarines de Fama apenas participaron. Eso sí, respiramos con tranquilidad al saber que la gala no dura horas como las de Supermodelo, porque fue más corta que el nuevo single de Mónica Naranjo. Por otro lado, Paula Vázquez estuvo a punto de repetir la hazaña de Judit Mascó y su «¡Sí! ¡Caben todas!» a la hora de despedir el programa, soltando un aturdido «En menudo follón me he metido». Para follón el del equipo de realización, que sigue siendo el mismo desde los inicios de Cuatro y que deberían cambiar a la de tres, porque menudos planos desenfocados y menudas vueltas de cámara. Casi echo la cena.

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Publicado por
Lolo Rodríguez