Desde luego el tecnopop no está tan de moda como a principios de década, y ‘Me enamoré de un robot’ sigue siendo su mejor canción, pero todavía mantienen parte de su gracia. Que consiste básicamente en plagar sus letras de paranoias pseudomatemáticas y científicas. Algo que han aprendido seguramente de sus amigos Aviador Dro, entre otros, y que da resultados tan curiosos como ‘Raccord’, ‘Nomeolvides’ y ‘Ciencia cotidiana’, en la que cantan: «Los niños están jugando en el jardín a lanzarse una pelota / Con lápiz y papel yo calculo una función para hallar su trayectoria».
El álbum se abre con unas guitarras eléctricas que nos hacen pensar en ‘Perlas ensangrentadas’, pero lo que predomina, claro, es el electropop de toda la vida, con melodías tan bien resueltas como ‘Trucos de salón’ o ‘Veinte preguntas’ (que en realidad son 23), tan efectiva en sus sintetizadores como ‘Metal SA’ de Meteosat. ‘El humano perfecto’ o ‘Café Kafka’ son más torpes, pero ‘Héroes del pasado’, en la que critican a Pink Floyd o a Mike Oldfield, te hará sonreír. Más que nada porque les ha faltado un pelo para convertirse en lo mismo. De momento se han librado.
Calificación: 6/10
Temas destacados: ‘Ciencia cotidiana’, ‘Trucos de salón’, ‘Veinte preguntas’
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