El Circo Magnético

Realmente todo esto del cambio de recinto para el show de presentación del festival Summercase (del cual, curiosamente, la única información que se facilitó era un flyer promocional que te daban en la calle) parecía, un poco, un mal augurio. Fue la primera vez en mi vida que veía ese horripilante edificio pseudomodernista dado en llamar Teatro Auditorio de la Casa de Campo, pero cuando entré, ya bastante mediado el show de Darren Hanlon, que cantaba y tocaba la guitarra a un volumen muuuuuuuy bajito en ese gran escenario circular, sí que me pareció que a primera vista, aún siendo cutre, la sala podía reunir las mínimas condiciones de intimidad y cercanía que requería un concierto como el de The Magnetic Fields.

Así que sobre Hanlon puedo decir más bien poco. Entramos al Teatro más bien tarde al ver poco ambiente en el exterior y no percibir música alguna que viniera del interior del edificio. Quién iba a imaginar que el australiano estaba ya en la recta final de su actuación. Apenas pude empezar a disfrutar de sus canciones desnudas, como de trovador de hoy, un tanto emparentadas con las del gran Ron Sexsmith. Eso sí, ‘Elbows’ me pareció preciosa y al final se permitió cantar un bonito a-capella mientras paseaba con la guitarra por el escenario y más allá. Para entonces, ya se apreciaba que la ausencia de puertas en los accesos a la sala, cubiertos por cortinas de terciopelo rojo a la antigua usanza, podían traer algún problema acústico, sobre todo en las últimas filas. Yo tuve la suerte de poder huir a zonas más avanzadas.

Después, con aún parte de las butacas por ocupar (al menos en el lateral izquierdo donde yo me encontraba), comenzó el recital de la banda de Stephin Merritt. Con la formación ya conocida (Davol al cello, Woo a la guitarra, Gonson al piano y voces, Merritt a la voz y… el bouzouki!) más la adhesión de Shirley Simms, la voz femenina principal de ‘Distortion’, The Magnetic Fields fueron regalando sus maravillosas piezas de pop de cámara, repletas de belleza, melancolía y sentido del humor. Dedicaron una gran parte del set a limpiar de ruido y sacar brillo a algunas de las joyas de su último álbum (que las hay: ahí quedaron las preciosas versiones de ‘California Girls’, ‘The Nun’s Letany’, ‘Courtesans’ o ‘Drive On, Driver’), pero también desempolvaron del baúl alguna feliz reliquia como ‘Take Ecstasy With Me’. También rescataron bonitos números de The Gothic Archies (majestuosa ‘Smile!’) y, claro está, un buen puñado de temas de ‘I’ y de ’69 Chansons D’amour’ (como le encantaba repetir a Claudia). Con un repertorio tan variado y brillante como el de Merritt, es fácil no echar de menos esta o aquella, pero me duele un poco en el corazoncito que no tocaran ni una sola canción de ‘Get Lost’ o ‘The Charm Of The Highway Strip’, que para mí son obras magnas. Aun así, consiguieron erizarme el vello en al menos cinco ocasiones (‘Grand Canyon’, ‘It’s Only Time’, ‘I Looked All Over Town’, ‘The Book Of Love’ y ‘Papa Was A Rodeo’), y eso está al alcance de pocos intérpretes de pop en los tiempos que corren.

Mención aparte merece el show no-musical de la banda, capitaneado por un orondo (lustroso, que lo llaman en mi pueblo) Merritt que, siempre refunfuñón, se enfrascaba en -a menudo ininteligibles- intercambios dialécticos con Claudia Gonson, una especialista total en buscarle las cosquillas. Dada su aversión a cualquier ruido que no sea emitido por sus instrumentos (y eso incluye los aplausos del respetable), se vivieron situaciones especialmente incómodas cuando el ruido de la tormenta que golpeaba la cubierta del edificio casi apagaba la voz de Shirley en ‘Courtesans’ o cuando comenzó a sonar una sirena de alarma en el exterior que se colaba desastrosamente entre la música. De hecho diría que esto pudo precipitar un poco el final del show. Pero por otra parte, su carácter huraño y raro resultó ciertamente cómico al ver su cara cuando Claudia se empeñaba en destacar la similitud entre el auditorio y una carpa de circo, cuando una araña de un tamaño considerable se paseó por delante del grupo (robándoles la escena) o cuando una fan (?) preguntó si podía bailar (una balada) y él contestó que sí, pero justo donde él no pudiera verla. Quién sabe si es así en realidad o se ha fabricado un personaje. Si la respuesta es la A, no entiendo cómo el resto de la banda sigue aguantándole después de tantos años. Imagino que debe ser duro soportar una gira a su lado. Sin embargo, como espectador, y pese a todo, creo que no voy a cansarme nunca de asistir a recitales de alguien como Merritt, sin duda uno de los mejores escritores de canciones de las últimas dos décadas. 8.

Foto del concieto de domingo en Barcelona, tomada de la galería de alterna2 en Flickr, bajo una licencia de Creative Commons.

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Publicado por
Raúl Guillén