Después de casi un año de ausencia, vuelve nuestra categoría viajes, aunque no sabemos si para quedarse. Cuba ha sido uno de los destinos preferidos por los españoles durante años. Las personas que quieren sol, playa y una pulsera todo incluido suelen ir a Varadero, y las personas que quieren sol y playa pero también conocer un poco el ambiente político y social del país, van a La Habana.
Es un buen momento para ir a La Habana. Aunque probablemente lo ha sido siempre desde hace décadas. Este año es particularmente curioso intentar descubrir dónde puede reflejarse el aperturismo político, ficticio o no, que quede a gusto de cada cual, del hermano de Fidel. De esta forma, verás turistas haciendo fotos de cubanos haciendo cola para comprar teléfonos móviles. O escucharás a los habituales en el país comentando cómo han ido mejorando las infraestructuras de la ciudad. Aunque baste un vistazo de cinco minutos sobre La Habana para descubrir que todavía queda mucho por hacer.
También en La Habana es una posibilidad meterse en un hotel con todo pagado, salir sólo para ir a la playa y no arriesgarse a recorrer sus calles por miedo a toda esa gente que constantemente se te acerca para hablarte, para preguntarte si eres católico o comunista directamente, o lo que sea, algo muy cubano cuyo origen y resultado podría dar para un reportaje de investigación; pero si superas este miedo primermundista, descubrirás una ciudad con un encanto sin igual. O como mínimo impresiona mirar el mar y pensar lo cerca que está Florida y lo imposible que ha sido para mucha gente salir de la isla.
Turisteo y politiqueo: El paseo obligado básico supone patearse La Habana Vieja. Una de las calles principales a recorrer, si no la principal, es la calle Obispo, donde encontrarás tiendas de ropa, cafeterías, heladerías y puestos callejeros en los que se venden algunas comidas y bebidas que seguramente no has visto antes. Las primeras tiendas internacionales tipo Adidas también han hecho su aparición.
También en La Habana Vieja encontrarás la Catedral, el Capitolio, sede del Gobierno hasta 1959, o la bonita puerta al Barrio Chino, que no es tan chino como ciertas calles españolas, pero se acerca. Numerosas iglesias, plazas y castillos se encuentran en las inmediaciones.
A medio camino de la calle Prado, que va de la Playa del Malecón a la Habana Vieja, encontrarás toda la zona hotelera céntrica, con edificios históricos como el del Hotel Inglaterra. En el parque en frente siempre hay decenas de cubanos gritando: están discutiendo sobre béisbol. Y en un punto intermedio también entre este casco histórico y la playa se encuentra el Museo de la Revolución, donde podrás repasar la historia de Cuba (aunque a veces un poco desordenada), desde el punto de vista de la Revolución, ver una especie de figura de cera del Ché o hacerte fotos junto a la escalera por la que escapó Batista.
La playa del Malecón, ese sitio donde explotó el acorazado Maine desencadenando la guerra entre España y Estados Unidos, es mítica. Es habitual ver a los cubanos haciendo botellón en esta suerte de paseo marítimo. Cuidado con caminar por aquí por la noche porque aunque casi nunca pasa nada, los propios cubanos reconocen que puede ser peligroso. También cuidado con las olas que a veces llegan a la acera.
En un punto del Malecón está la Tribuna, donde se hacían por ejemplo las manifestaciones «Eliansito vuelve»; y algo más lejos la Plaza de la Revolución, con la torre del Memorial José Martí y la mítica imagen del Che gigante.
Playas y piscinas: La Habana no tiene una playa paradisíaca en la que puedas bañarte. Si te quieres dar un chapuzón en pleno centro puedes ir a la piscina del Hotel Sevilla, donde por unos 20 pesos convertibles (esa moneda ficticia que se han inventado para dejar de manejar el dólar americano), o sea unos 15 euros, puedes entrar y consumir unos 12 euros en comida y bebida (te da para comer y tomarte un mojito).
Para ir a la playa lo ideal es parar un taxi, negociar el precio antes para que te lleven a las Playas del Este y por unos 15 pesos cubanos (12 euros) te depositarán en unas bonitas playas estratégicamente situadas frente a unos hoteles de lujo donde los turistas disfrutan de sus bonitas pulseras todo incluido. No hay problema para encontrar taxis de vuelta.
Bares y clubs: De día La Habana Vieja está llena de bares, cafés y restaurantes que te resuelven la vida para tomar un buen vino, una caña, un mojito o lo que sea. De noche algunas de las mejores propuestas no son tan evidentes.
–Focsa: uno de los edificios más altos de La Habana tiene en su último piso una coctelería medio pija bastante chula, con ambiente un tanto Chicote, aunque con gente algo más madurita, y por supuesto con un mirador a toda la ciudad. En el bar se puede picar algo y aparte hay un restaurante. Cierra a medianoche. No tiene pérdida, pero por si acaso, están entre la calle O y la calle M.
–Floridita
Comida:
–Casa Canaria y Casa Catalana: no son sitios de lujo, pero sí ideales para comer un plato por el módico precio de 2 euros o menos. También organizan de vez en cuando fiestas españolas. La Casa Catalana está cerca de la calle Consulado y la Canaria cerca ddel Museo Bacardi.
–Los Nardos: frente al Capitolio, junto al cine Payret se encuentra este restaurante al que va todo el mundo a comer. No es gran cosa pero no es muy caro y sirven enormes cantidades, lo que explica las largas colas. Id el día que vayáis bien de hambre.
–La Guarida: también conocido por aparecer en ‘Fresa y Chocolate’, es uno de los restaurantes más recomendables de La Habana, en la calle Concordia. Pequeño pero con encanto, está en la segunda planta de un edificio viejo, así que no os asustéis al subir. No es lo más barato que puedes encontrar pero se come bien.
Hoteles: las opciones son dos, estar en primera línea de playa o en La Habana, a ser posible en las inmediaciones de La Habana Vieja. Cada cual hace su elección en función de lo que busque en la ciudad. El Hotel Nacional tiene fama de ser uno de los mejores, aunque cualquiera en las inmediaciones de Prado, como el Hotel Inglaterra o el Hotel Parque Central, estará bien. Si queréis ir de tirado total, es muy común que los cubanos alquilen una habitación de su casa para turistas, por módicos precios (20 euros la noche). Eso sí, para eso tendréis que conocer a alguien o alojaros en un hotel un par de días y después preguntar por la ciudad. Es recomendable: en muchos casos te preparan desayunos alucinantes por 3 euros.
Aeropuertos y transportes: la única opción para llegar del aeropuerto a la ciudad es el taxi. Es aconsejable negociar el precio antes, pues puede oscilar entre los 15 y los 30 pesos convertibles. Los autobuses en la ciudad existen, pero son un caos: no hay marquesinas, ni planos, ni rutas escritas en ningún lado. La cosa funciona tal que así: uno deduce lo que es una parada cuando ve a un montón de gente esperando, pregunta dónde va ese autobús y quién es el último. Son extremadamente baratos. Otras formas míticas de transporte son el camello (una especie de taxi-autobús colectivo) y el coco taxi. Cuidado con los cocos que a veces son más caros que los taxis. Negociad el precio primero.