Las putas son felices. Eso es por lo menos lo que se desprende de esta serie infumable que nos ha plantado Antena 3 los martes, por mucho que ayer fuese el segundo espacio más visto del prime time con un 16,8% de share -aunque claro, entre lo que había para elegir, no nos extraña-. Es increíble que una serie de ficción sea tan mala. Una serie de ficción en la que, como ya han dicho algunos de nuestros comentaristas (soy incapaz de encontrar el comentario exacto para enlazar, lo siento), todos los buenos son buenísimos y los malos, malísimos, sin excepciones. Todo eso a falta de un giro argumental que, viendo la tónica general de la serie, pues qué queréis que os diga, dudo mucho que vaya a producirse en algún momento.
La serie es muy típica: niña medio mona que se va a Madrid, empieza a trabajar en un bar de acompañamiento de chicas como camarera y le suceden un par de desgracias de todo tipo, una relacionada con la violencia de género (menudo palabro, por cierto). La trama se desarrolla fundamentalmente en una casa de lujo y en el bar en el que trabajan las chicas (ambos emplazamientos con un pretendido aire moderno-chic pero como muy de bar de diseño de Chueca de los ’90), donde sucede el grueso de la acción, que es insulsa e incapaz de enganchar, al menos a mi parecer. Por cierto, yo no he entrado a muchos burdeles, pero… ¿tienen todos tanta luz?
Los actores, pues eso. Deprimentes. Frases que se quedan a medio terminar y que son evidente pie para el otro, todo muy mal actuado y todo el mundo como muy afectado, no sé. Ya ni la cara guapa de Toni Cantó (bueno, guapa en su tiempo, que está un pelín desmejorado) consigue levantar un poco el tema. Entre los personajes, el chulo buenrollista; el palurdo de pueblo maltratador; la típica prostituta (o call girl, como queráis) pasota pero con buen fondo; la que por una suerte de desdichas va de dura por la vida y la buena samaritana. Eso por no hablar del barman homosexual (¿porque hace de homosexual, verdad?).
Lo malo es que la serie es tan, tan, tan mala que al final engancha un montón. Pero es tan predecible que… ¡¡¡menuda chapa!!!
Calificación
