Está todo dicho sobre ‘Is This It?’ Se ha escrito tanto sobre él que hasta los fans del disco estamos aburridos de leer lo mismo. Pero 7 años después de su edición original y de tanto debate, no queda tiempo para pensar en si por mucho que decidieran grabar el álbum en un pequeño estudio de Nueva York, Albert y Julian fueran en realidad niños de papá que se conocieron con 13 años en un colegio de Suiza (Albert es hijo de Albert Hammond y Julian de una Miss Dinamarca y un empresario textil medio catalán); o de pensar en si causaron más daño que beneficio a la escena motivando a ese centenar de imitadores que todavía hoy nos siguen torturando con su mediocridad; o de pensar si eran demasiado monos con sus Converse y sus pitillos como para ser buenos músicos. Lo que queda después de tantos años son las canciones, y el primer disco de los Strokes está sobrado de ellas.
El álbum comenzó a hacer ruido cuando se publicó el EP de ‘The Modern Age’, con versiones primigenias de este tema, ‘Last Nite’ y ‘Barely Legal’. Las comparaciones con la Velvet, sobre todo por el parecido de la voz entre Julian Casablancas y Lou Reed, empezaron a llover, pero probablemente la Velvet nunca había sido capaz de sonar tan pop, sea eso bueno o no, como en la tanda de temas de ‘Is This It?’, donde cualquier canción, excepto quizás ‘Alone Together’, podría haber sido un sencillo.
A la larga la canción más popular del disco sería ‘Last Nite’, ese himno de los incomprendidos en el que Julian canta, tan mono, que ha andado durante horas para llegar a la ciudad pero que en cuanto ha llegado se ha sentido fatal. Sin embargo, a pesar de que no puede explicar lo que le pasa, hay algo totalmente optimista en la melodía de la canción, que la convierte definitivamente en un himno del “solo estoy mejor” mucho más alegre que el que había entonado el grunge.
‘Hard To Explain’, con su aparente toque electrónico, es otra de las canciones más aclamadas; mientras que ‘Someday’, de producción y melodía totalmente retro, es la que mejor resume la dualidad entre el mundo del rock y el amor de las letras (”Mi ex dice que no soy muy profundo, pero lo hago lo mejor que puedo”). En el vídeo, por cierto, salían Slash y Matt Sorum de Guns’N’Roses, además de Guided By Voices.
En otras canciones se quedan a gusto hablando sobre alcohol, ropa y drogas, mientras que otras adquieren un carácter levemente reivindicativo, como ‘New York City Cops’, que tiene que ser retirada de la edición americana (de horrible portada, por cierto), después del 11-S. De alguna manera los Strokes revitalizan algunas temáticas muertas desde la desaparición de la Generación X y consiguen que hablar sobre estar perdido en la vida vuelva a molar.
¿Cómo lo hacen? Podríamos hablar de la luminosidad de algunas melodías o del aire retro de la producción del álbum, que a cargo de Gordon Raphael, está más que logrado, bebiendo del rock y sonando clásico y moderno al mismo tiempo. Pero no. Lo que ha quedado para la historia no es que el disco sea esencial en esta década por devolver el rock a las ventas millonarias y a las listas de los críticos. Lo que queda para la historia es lo contagioso de los punteos de Albert en ‘Someday’ o ‘Last Nite’, la furia de ‘Take It Or Leave It’ o sobre todo, el desgarro con el que Julian Casablancas, que es uno de los grandes vocalistas de nuestra generación, canta sobre las cosas que nos preocupan a todos. Y eso es grande en esta década o en cualquiera.