Fuerte, sí, pero no casual. La propia Christina ha asegurado en algunas entrevistas que escribiendo estas canciones, sentía que las palabras, las melodías, los arreglos, todo encajaba de forma intuitiva, casi mágica, lo que la llevó a pensar que por fin había aprendido de verdad su oficio. Sin ánimo de desilusionar, a mí eso me suena más a inspiración, esa que se dice que abunda especialmente cuando el artista vive momentos convulsos en su vida. Y aunque es palpable y real que esta obra es la consecuencia de muchos años de esfuerzo y trabajo, también es innegable que sus conflictos en la vida personal (su divorcio de Ray Loriga, padre de sus dos hijos; su nueva vida como soltera; su no confirmada relación efímera con Nacho Vegas…) palpitan y alimentan todas y cada una de las canciones del álbum.
Y eso, damas y caballeros, guste más o menos es lo que eleva este gran disco de canciones a esa exclusiva categoría de obras mayores que logran retratar de una forma brillante una determinada circunstancia vital del artista (¿lo llamamos rock sentimental?), esa donde se ubican ‘Honestidad Brutal’ de Andrés Calamaro, ‘End Of Love’ de Clem Snide, ‘Philophobia’ de Arab Strap o ‘Los Diarios de Petróleo’ de Chucho. Sus letras son lo suficientemente explícitas como para entender el vendaval de sentimientos que prosiguen a una ruptura y un nuevo estado civil, pero también lo suficientemente ambiguas para solo sugerir, sin exhibirse más allá de lo necesario, invitando a un suculento juego de imaginación y especulaciones. Habría tanto que decir sobre el tema que da para otro post completo, por si este no fuera ya suficientemente largo.
Musicalmente, sorprende su capacidad de hacer propios diversos estilos clásicos, directamente proporcional a la pasmosa versatilidad vocal que demuestra la madrileña (¡y que tenga uno que leer que canta mal!): el rock pseudopunk de ‘Tres Minutos’, el himno etílico (¿o es una canción infantil?) de ‘Anoche (El puñal y la memoria)’, el folk à-là-Bruni de la divertidísima ‘Negro Cinturón’ (¿se burlará de la primera dama gala pronunciando esos «-illas»?) o el blues etéreo de ‘Por la noche’ (adaptación de un clásico blues norteamericano). Toque el palo que toque, lo borda y lo hace suyo.
Pero lo verdaderamente significativo de estas canciones es que resultan del equilibrio compositivo entre la Christina de Los Subterráneos y (¿por qué no?) su dúo con Álex de la Nuez y la que se ha ganado el respeto y la amistad de Steve Shelley, Crhis Brokaw y Tim Foljhan (que continúan siendo piezas fundamentales de su creación), lo que es la lógica consecuencia evolutiva a ‘Tok Tok’, ‘Liar To Love’ o sus canciones en el álbum compartido con Vegas. Las tremendas ‘Eclipse’, ‘Las horas’, ‘Alta tensión’ o la misma ‘La distancia adecuada’ muestran la madurez compositiva de una renovada Christina que ojalá haya vuelto para quedarse. Si no, no pasa nada, porque este ‘Tu labio superior’ quedará ya para siempre como una obra de referencia emocional a la que acudir.
Calificación: 9/10
Temas destacados: ‘La distancia adecuada’, ‘Eclipse’, ‘Anoche (El puñal y la memoria)’, ‘Tres Minutos’
Te gustará si te gustan: Nacho Vegas, Thalia Zedek, Christina y Los Subterráneos
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