La mejor idea de ‘Amaia Montero’, el álbum, son unos coros medio gospel que aparecen en multitud de canciones, no sabemos si influidos por ’11-M’ de La Oreja, a su vez, como ya apuntamos hace unos meses, no sabemos si influida por ‘No te he visto nunca’ de La Buena Vida. Es, de todas formas, una idea de nuevo desaprovechada, pues los coros carecen de matices, son prácticamente iguales de una canción a otra y, pese a algún guiño funky en el álbum (‘La bahía del silencio’), no acompañan canciones negras ni americanas.
Amaia ha grabado el disco en Italia, con la producción de Claudio Guidetti (Eros Ramazzotti, Laura Pausini). Y aunque hay temas bastante variados, lo que más llama la atención en un disco de este presupuesto es lo pasadas de moda que están ciertas guitarras pop-rockeras, como es el caso de ‘Círculos’. Hay guiños a lo ranchero, como ‘Ni quiero ni puedo’, pero quizá el sonido predominante sea el de la Luz Casal pop-rockera de los 80.
Como siempre, cada melodía tiene entidad para ser la favorita de un fan o un single en la radio española, si bien ninguna alcanza (las comparaciones son odiosas) la urgencia de ‘El último vals’. ‘4 segundos’, con su «que soy verdaderaaaaaaaaa», es bastante mala, pero ‘Mirando al mar’ y la bailable ‘Por toda una vida’, que de hecho podría encontrar un buen bootleg con ‘Love Is In The Air’, son bastante apañadas.
Sabemos por qué ‘Por toda una vida’ no es un single, porque La Oreja nunca apostaron por sus canciones más electrónicas como sencillos. Más raro es lo de ‘Mirando al mar’, que como ‘Bleeding Love’ de Leona Lewis, recuerda a tantas canciones que no caes en a cuál se parece más.
No se puede hablar de un disco de Amaia sin sus polémicas letras, siempre entre diminutivos insoportables («amarradita siempre a tu cintura», «que dormiré a la verita tuya») y rimas propias de ‘Hacen Kaka y Mean‘ («Hace tiempo que ya me da igual / que le regales tu boca a cualquier niña tonta que quiera pillar»).
Amaia dedica ‘407’ a su padre enfermo de leucemia (407 es el número de la habitación del hotel donde le comunicaron la noticia), ‘Tulipán’ a sus compañeros de La Oreja (lo de «ángeles», viéndoles, parece irónico) y ‘Te voy a decir una cosa’ a su madre. Entre el resto, sobre todo momentos de soledad y de desencuentro con un chico. Amaia se burla en una de las letras de que él se haya ido con una «rubia tonta que no sabe qué es pensar». No sabemos si ella pensará mucho o lo pensará pero le dará igual. Pero mientras siga cantando «cuintos» en vez de «cuentos», seguiremos sin ganas de defenderla como a Amaral, Bebe o Nena Daconte.
Calificación: 3/10
Temas destacados: ‘Por toda una vida’, ‘Mirando al mar’
Te gustará si te gusta: su voz
Escúchalo: ‘Por toda una vida’, la canción electrónica