El hecho de que un DJ pinche canciones que ha remezclado él, ha compuesto él o ha producido él o los que todo el mundo sabe que son sus amigos no siempre es tan casposo como parece. A nadie desagradó, allá por el año 2000, cuando La Casa Azul estaba empezando, que Guille Milkyway pusiera su EP entero en algunas de sus primeras sesiones. O que Algora, con su público tan fiel y tan devoto de sus canciones y letras, pinche algunos de sus hits cuando le llaman para poner discos en algún bareto. Nadie espera de ellos más que una buena selección musical con algún guiño, por qué no, a su carrera.
Lo chungo suelen ser los casos en los que acudes a ver pinchar a una supuesta leyenda viva de la historia de la música electrónica, y te la encuentras poniendo lo de siempre. Pasó por ejemplo en las giras como DJ de Peter Hook, donde en lugar de las millones de cosas interesantes que se hacen a día de hoy, aparecía pinchando el mismísimo ‘Bizarre Love Triangle’… ¿Y por hacer lo que hace todo el mundo, cuánto cobraba? Atención a esta sesión del susodicho.
Lo curioso es que al público le gusta. Uno se siente snob quejándose de que New Order pinchen ‘Bizarre Love Triangle’ cuando la reacción del público cuando suena una canción conocida del artista que pincha es clara: ovación sin peros. Quizá se pueda argumentar que para que otro gane dinero pinchando New Order, mejor que se lo lleven los mismos New Order, aunque conviertas tu show en una especie de concierto pero con menos medios y dinero y sin nada en directo.
Entre Homeboy, que teloneaba a Simian Mobile Disco, y James Anthony Shaw (el rubio de Simian, que el moreno no vino) sonaron todos los hits de Simian: ‘We Are Your Friends’, ‘Hustler’, ‘It’s The Beat’, etcétera, pero también es cierto que se intercalaron otros temas con bastante acierto y buenas mezclas, como por supuesto, el obligatorio ‘Kids‘. Igual en ese punto medio están la dignidad y el futuro del DJ de música electrónica.