Discos de la década: Carla Bruni

Con el paso de los años, Carla Bruni ha demostrado que es un personaje que, haga lo que haga, siempre dará que hablar. Cuando en 2003 el sello Naïve editó el álbum ‘Quelqu’un m’a dit’ la sorpresa y curiosidad que provocó entre los medios y el público hicieron que, de entrada, se le diera una oportunidad a la nueva faceta cantautoril de la modelo.

Más allá de un capricho de diva, ‘Quelqu’un m’a dit’ resultó ser una parada obligatoria para los amantes de la chanson, de la canción de autor y el pop minimalista. La canción de autor francófona sustentada por mujeres se revitalizaba en Europa con un creciente interés por otras voces femeninas, que hasta entonces quedaban reducidas a territorio francés o belga, volviendo a recuperar el puesto internacional que en otra época había tenido el género.

Carla Bruni, con su voz quebrada, como de fumadora empedernida, sorprendió con un álbum de letras sencillas pero profundas e ingeniosas a la vez, demostrando su capacidad lírica sin caer en lo cursi ni en el vacío de la mera repetición de lo típico. El single que dio título al disco nos habla de la fugacidad del tiempo, del poco valor que tienen las cosas y de recuperar un amor perdido. Aparentemente, nada novedoso. Pero si nos quedamos con el perfecto ensamblaje entre las palabras y la melodía junto con la sutileza de un arpegio que se engancha al cerebro quieras o no, la cosa cambia. En nuestro país, por si alguien no se había enterado de la nueva ocupación de la Bruni, nos bombardearon con el tema ‘Quelqu’un m’a dit’ durante meses, incluido en una campaña publicitaria. Y todo el mundo encantado.

Producido por Louis Bertignac, todos los temas del álbum tienen algo reseñable: bonitos arreglos de guitarras o piano, una voz que sin ser especialmente bonita -por supuesto, nada prodigiosa- trasmite el descaro, la nostalgia o la sensualidad que requieren sus letras. Éstas, entre el humor y la melancolía, se apoyan en muchos recursos literarios, que para eso están, y con los que se consiguen canciones redondas. Anáforas (por ejemplo en ‘Raphaël’: «pas de délice, pas d’étincelle, pas de malice, sans Raphaël»), antítesis (en ‘Le toi de moi’: «Je suis l’enfer de ta pécheresse, tu es le Ciel moi la Terre»), símiles (en ‘L’amour’: «Comme un traître de velours, ça me blesse ou me lasse selon les jours») y un largo etcétera que aparecen sin descanso si nos ponemos a analizar los textos con detenimiento.

Una de las sorpresas que trajo ‘Quelqu’un m’a dit’ fue la versión de la prácticamente inédita ‘La noyée’, del honorable Serge Gainsbourg, que grabó en un programa de la tele y después sólo fue editada en álbumes de rarezas. Nada reprochable puede tener a estas alturas una composición de Gainsbourg. Y Carla hizo renacer con su versión de ‘La noyée’, una de las canciones más emocionantes el disco, el espíritu del gran Gainsbourg componiendo y produciendo a las voces femeninas de la chanson. Para completar el cupo de versiones, ‘Il cielo in una stanza’, de Gino Pali, en la que Bruni se lleva el mérito de adaptar las estrofas al francés, interpretando el tema en ambos idiomas. Una agradable dosis de emoción, ya que hasta entonces, yo sólo conocía la versión de Pali de un restaurante italiano donde iba a veces y donde casi siempre sonaba, y la revisión de Bruni es para caerse de espaldas. Eso es recuperar un clásico y no lo que hacen otros por ahí.

Para terminar la obra maestra, ‘La dernière minute’. Tema que nos recuerda que la vida pasa rápido y hay que vivirla como si fuera el último minuto. Esta vez sí que traduzco la letra: «Dado que mi vida no vale nada, la quiero toda / en su conjunto, absolutamente, con todas sus derrotas / Dado que mi vida no vale nada / quiero añadir, una vez más / sesenta simples segundos a mi último minuto».

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Publicado por
Angèle Leciel