Biolay aparece en la portada de ‘Rose Kennedy’ fumando en una orilla. El concepto no puede ser más francés, pero el disco está curiosa, y obviamente por otro lado, inspirado en una especie de biografía ficticia de Rose Kennedy, la madre de JFK que había muerto en 1995.
La cultura americana estaba en el punto de mira de Biolay cuando compuso el álbum, e incluso Marilyn Monroe aparece sampleada en dos de los cortes, dos de los mejores por cierto. En primer lugar ‘Les Cerfs Volants’ presenta un extracto de su tema ‘River Of No Return’ y la canción final, ‘Un été sur la côte’, un pequeño diálogo entre Marilyn y Tony Curtis de ‘Ellos las prefieren rubias’. Sin embargo, aunque la coartada intelectual tenga raíces en los U.S. of A. está claro en qué país está la inspiración de Benjamin. Si Vincent Delerm nos parece el sucesor de Gainsbourg en su mezcla constante de humor y drama, y las composiciones áridas de Dominique A no dejan mucho trecho al sentido del humor, Biolay parece a medio camino situado entre los dos: con arreglos a veces tan pomposos como los de Delerm, pero con un sentido tan dramático como en el caso de todo lo que toca Dominique.
La primera canción del álbum, en la que nos canta que «es noviembre todo el año», tiene ese punto trágico de la canción francesa de toda la vida. Son varias las pistas las que cuentan con una buena dosis de cuerdas que se regocijan en el dramón, como ‘Les Joggers Sur La Plage’ o ‘La Monotonie’, en la que se habla de la angustia de un domingo eterno que parece durar «de lunes a lunes».
La voz de Benjamin, comparada tantas veces a la de Etienne Daho, es también un vehículo perfecto para la música que él mismo compone y arregla, casi siempre inspirado en la canción francesa, pero a veces también en el jazz con el que la chanson más o menos siempre estuvo vinculado, y en la bossanova (preciosa ‘Sous le soleil du mois d’Août’).
El tema central ‘Rose Kennedy’ habla sobre la soledad y en ‘Los Ángeles’ vuelve a haber referencias a «la rutina». El disco parece querer decirnos que la vida de Rose Kennedy no fue demasiado entretenida y probablemente los 104 años que vivió se le hicieron pesados incluso a ella misma. Pero nada similar puede decirse de este disco, en el que las canciones prescindibles son muy pocas. Desde su primera escucha te das cuenta de que Benjamin es uno de esos músicos privilegiados capaces de escribir, producir y arreglar canciones con una facilidad absoluta.