En cuanto a lo que realmente importa aquí, que es la música y no el diseño gráfico que acompaña a los discos, se puede decir que han evolucionado poco o muy poco. El segundo y el tercer disco son, históricamente, puntos claros de conflicto en la mayor parte de los grupos. Muchas bandas se obsesionan con sonar diferente, con hacer algo distinto o con cambiar por completo. No es el caso de estos dos, que han firmado un álbum claramente continuista, con muchísimas referencias a la infancia en general, y con un sonido bastante parecido al primero. Quizá los temas sean menos pegadizos, eso sí, pero en cuanto te pones a escuchar el primer corte, ‘Saddle Up’, sabes perfectamente que estos son The Boy Least Likely To, porque son inconfundibles.
Y es que Pete Hobbes y Jof Owen siguen usando instrumentos que ya nos son familiares: armónicas, violines, crótalos, palmas (cómo no), xilófonos y metalófonos, banjos y todo tipo de juguetes con los que crean un ambiente similar al de un patio de recreo. Sin embargo lo mejor de ellos siguen siendo las letras, con referencias continuas a la niñez y a lo muchísimo que nos divertíamos entonces (por ejemplo, ‘The Nature of The Boy Least Likely To’, que se convierte en toda una declaración de intenciones). Pero las letras también están llenas de mucho más optimismo que las anteriores, como bien demuestran ‘When Life Gives Me Lemons I Make Lemonade’ o el delicioso primer single, ‘Every Goliath Has Its David’. Alegra saber que además de seguir en plena forma, ya no duermen con pistolas bajo la almohada.
Calificación: 7,75/10
Temas destacados: ‘Every Goliath Has Its David’, ‘When Live Gives Me Lemons I Make Lemonade’, ‘A Balloon On A Broken String’.
Te gustará si te gustan: el primero de The Boy Least Likely To, Psapp.
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