En la producción, según cuenta El País, hay de todo un poco: bailes y cabriolas, monólogos humorísticos, travestis… todo eso que a Rufus siempre le ha fascinado, en la escenografía del prestigioso Robert Wilson. Los textos de la representación no eran, ni más ni menos, que los ‘Sonetos’ de Shakespeare, y la música, en la que había una mezcla de estilos bastante interesante (rock, folk alemán, violines, guitarras eléctricas, electrónica, música española…) era toda obra del gran Rufus, que una vez acabada la representación, se subió al escenario para regalar este caramelito a su público:
Evidentemente, los asistentes, entre los que por ejemplo se encontraba Neil Tennant, aplaudieron encantados. Si bien es cierto que, como apunta El País y algunos diarios alemanes, aquello no tuvo mucho que ver con William Shakespeare, el espectáculo ha recibido críticas para todos los gustos. El público, por lo visto, salió encantado de la representación, al igual que Rufus, con su fular de lentejuelas en ristre. La crítica especializada se divide. El diario berlinés ‘Die Tageszeitung’ destacó una honrosa representación del lado queer
de Shakespeare (no en vano, los sonetos están dedicados a un tal Mr. W.H., así que las referencias homoeróticas estuvieron más que presentes). ‘Die Welt’, desde su perspectiva más conservadora, criticó el espectáculo comparándolo con un circo y tachándolo de humillante. Richard von Weizsäcker, Presidente de la República Federal Alemana desde 1984 hasta 1994 y presente entre el público, manifestó también su opinión a la salida: «no sé lo que tendrá que ver esto con los sonetos de Shakespeare, pero me hubiera encantado estar ahí arriba».