Discos de la década: Dominique A

Dominique A celebraba sus diez años de carrera con su quinto disco, ‘Auguri’. En él pretendía encontrar el equilibrio entre el lado más comercial de la «chanson» y el más áspero de sus inquietudes artísticas. John Parish, el John Parish que ahora gira con su segundo álbum junto a PJ Harvey, se encargó de su producción, brillante, aunque aun así por debajo de las canciones de Dominique, que se ahogan en la angustia de las más repugnante promiscuidad.


Nunca sabremos hasta qué punto Dominique A se inspiró en su ex Françoiz Breut para escribir las letras de este disco. Y la mayoría son lo suficientemente abstractas como para ser interpretadas de manera bastante libre, pero una cosa está clara al prestar atención a lo que nos cuenta ‘Auguri’: su autor las ha pasado y las ha hecho pasar putas.

‘Pour la peau’, una de las canciones más emblemáticas del álbum, cuenta con un juego de guitarras que va y viene, mareando, como la figura a la que recurre su letra: la de la sangre que sólo «duerme apacible, bajo nuestras manos, bajo nuestra piel», cuando has consumado la infidelidad. La culpabilidad, el asco y la falta de romanticismo en torno al sexo vuelven a aparecer varias veces en el álbum, como en ‘Où conduit l’escalier’, con esa referencia a «una chica cualquiera» y a ese olor a «los millones de hombres que han pasado por el mismo sitio»; o en el single ‘Je t’ai toujours aimée’.

Esta canción, a pesar de todas las que había para escoger, es una versión de Polyphonic Size, un grupo de synthpop belga de los 80, que produjo un miembro de los Stranglers, y de la que Dominique A, como contaba en una entrevista con Rock de Lux en el número de noviembre de 2001 (aquella portada hizo mucho por él en España), nunca se había podido olvidar desde que la escuchó a los 14 años. A pesar de lo emotivo del título de la canción y de ese bonito piano que emerge de vez en cuando, las figuras son perversas: «antes de perderme definitivamente y de apagarme como una vieja colilla, mi última mirada se concentrará en tus nalgas, donde escondía cada noche el más precioso de mis ahorros».

Otras veces las historias son, aunque igual de sacrificadas, más graciosas, como en ‘Ses yeux brûlent’, el típico paralelismo entre los ojos de su chica y el brillo del sol que, esta vez, tiene dramáticas consecuencias, sobre todo porque con los mismos ojos también mira a otros: «Hoy, soy negro de piel / me miró tanto que podría haberme hecho hermoso / pero en realidad sólo estoy tostado / y todo el sol que me llegue / sólo podrá hacerme sentir frío».

Musicalmente, con la ayuda de Sacha Toorop, Dominique A está más a la altura de las penurias que nunca. La producción, especialmente en ‘Évacuez’, es bastante deudora de John Parish, etapa ‘To Bring You My Love’ con PJ Harvey, alcanzando su punto álgido en el segundo cero del disco, ‘Antonia’, con esa estrofa que mantiene la tensión gracias a un solo acorde acompañado de unas ajustadísimas palmas.

Sí hay pistas menores en ‘Auguri’, especialmente en su segunda mitad. Después de varias obras maestras seguidas, es difícil que alguien encuentre su favorita en ‘Nous reviendrons’, y ‘Les chanteurs sont mes amis’, metamusical, es una bonita anécdota nada más. Pero el disco vuelve a alcanzar cuotas altas de intensidad con ‘Le commerce de l’eau’, sobre esos amantes que se aman ajenos a la lluvia que incluso a veces cae a sus mismas espaldas, el sofocado retrato del género masculino de ‘Les hommes entre eux’ y la versión de ‘Les enfants du Pirée‘, un tema que ganó el Oscar a la mejor canción en 1960 y que pone una pequeña nota optimista casi, casi al final, más teniendo en cuenta que ‘Auguri’ está dedicado en el libreto al hijo entre Dominique y Françoiz («de nuestro amor nacerá un amor, diez amores, mil amores (…) y nuestros hijos se harán chicos que las chicas harán felices en sus torres»).

No obstante, el álbum se cierra con otra pista más oscura, que habla sobre la tierra que siempre permanecerá bajo nuestros pies, quizá la tierra bajo la que descansa, sin que nadie la olvide, la protagonista que abre el disco, inspirada en la novela ‘My Ántonia’ de Willa Cather. Las lecturas son infinitas, aunque lo claro, como dice ‘En secret’, es que por mucho que uno escupa su rabia, «es difícil apagar fuego escupiendo».

Lamentablemente no hay en la red ni un miserable vídeo medio digno relacionado con este disco para incrustar, pero podéis escuchar ‘Auguri’ al completo en Spotify.

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Publicado por
Sebas E. Alonso