El periódico hablaba de cómo Gary Moore congregó a sólo 2.000 personas en Madrid cuando había convocado a 3.500 poco antes en Córdoba y, tras consultar a diferentes promotoras, situaba en torno al 40 o al 50% la caída en la venta de entradas, aunque no se especificaba si los datos se referían al último año. Además, también citaba a Paco López, representante de Pereza y Siniestro Total, que no asociaba sólo los malos datos a la crisis: «El mundo del espectáculo estaba en una burbuja como la del ladrillo. Se actuaba con mucha alegría, a lo loco. Más conciertos, más giras… ¡Pero si Bob Dylan tocó 20 fechas en España!».
Público relaciona las malas cifras con el cierre de salas en Madrid y con el baile del caché de los grupos. Francisco Cuberos, director de la promotora Música es amor
, declaraba a este diario que muchos grupos se habían visto obligados a rebajar su caché de 30.000 y 40.000 euros a la mitad.Ya el año pasado The Guardian analizaba la situación de una manera similar. La periodista Caroline Sullivan advertía que no había que dejarse llevar por los despampanantes titulares que anunciaban giras vendidas en minutos, asegurando que si preguntabas cifras a cualquier promotor, te encontrabas con el primer año de recesión después de 15 años de crecimiento. Citaba el caso de grupos como Kaiser Chiefs, que habían tenido que pasar de tocar varios días en una ciudad, a hacerlo sólo una, o en lugares más pequeños.
El mismo festival de Glastonbury anunciaba que en 2008 no había conocido beneficios y Sinnamon, de hecho, anunciaba la suspensión de casi todos sus festivales a primeros de este año. Peor aún, la semana pasada un lector nos descubría tanto a esta promotora como al Summercase Madrid y al Summercase Barcelona en un concurso de acreedores.
Es difícil saber hasta dónde llegará esta crisis. Naturalmente, muchas bandas seguirán disfrutando de exitosas giras que les reportarán miles de euros. Tan sólo es que el argumento de que «los grupos se forran con sus directos y por eso no compro discos» se tambalea, como el hecho de tener incluso que escoger a qué grupo de pop vas a ir a ver una noche en una gran ciudad por la multitud de propuestas.