Gran éxito de público para una edición más de un Sónar a punto de cumplir la mayoría de edad, aunque con casi 7.000 espectadores menos que la edición anterior, consecuencia de contar con una noche menos. Se puede decir que la organización, sin disponer del mismo número de recursos, ha sabido capear el temporal económico sin convocar cabezas de cartel conocidos por las masas. Este fue el Sónar de las cantantes femeninas, el de incorporar a futuras generaciones y el de la representación africana.
No pudimos empezar con mejor pie. En una sala prácticamente a oscuras y presidiendo el escenario, los Roland Olbeter a modo de robots en la actuación de Jon Hopkins y Tim Exile. El comienzo corrió a cargo de Jon Hopkins, que tocó una sola canción al teclado para dar paso inmediatamente a Tim Exile, como director de orquesta al frente de los Roland Olbeter. De forma enérgica ofreció un directo que entusiasmó al público, memorable en los momentos que con un vocoder grababa sonidos con su voz y los repetía sin cesar, lanzándolos con un joystick, algo muy próximo a lo que Matthew Herbert había ofrecido en ediciones anteriores. Retirado Tim Exile, Jon Hopkins interpretó finalmente su último disco ‘Inside’ casi al completo. Pasajes cinematográficos cargados de ritmos rotos y cortados. Imposible no caer rendido a los momentos dubstep. Ideal para todo público fan de Massive Atack con un mínimo de interés por ver una nueva evolución del sonido de Bristol.
De rebote nos enteramos de que pinchaba Jeff Mills tras el nombre de The Wizard. En el poco rato que vimos escuchamos éxitos de los 90 que el público agradeció bajo un sol y una temperatura insoportable. La gente siempre celebra canciones conocidas.
La gran sorpresa de la tarde fue Luomo, que venía acompañado de Jake Shears de Scissor Sisters. Algo parecido a lo que hicieron en el 2006 Scissor Sisters en el mismo escenario y prácticamente sobre la misma hora: ofrecer un concierto no programado en el Sónar. Jake Shears interpretó 2 canciones y no bajó en ningún momento del escenario, bailó, tocó percusiones, incorporó susurros, voces y acompañó a Luomo con gran complicidad. Fue genial. Aquí no acabó la cosa. Con la misma ropa del concierto nos encontramos a altas horas de la madrugada a Jake en la fiesta que ofrecía la ilustradora Silvia Prada. No dejó de bailar mientras pinchaba su compañero de grupo.
Jamie Woon nos dejó un poco fríos con una actuación que comenzó demasiado acústica, acompañado de un guitarrista y con él al bajo. A medida que avanzaba, metió bases muy al estilo de Burial, similares a la remezcla que le hizo.
El sello de Mathew Dear tuvo momentos gloriosos en el SonarVillage con Lusine y la pinchada de Michna. Finalmente Michna ofreció un concierto con un saxofonista, un batería y él a la trompeta en ciertas ocasiones, haciendo un repaso a su único disco. En determinados momentos también se entretuvo en colocar una pequeña cámara que proyectaba imágenes de fondo. ¡Genial!
Una de las citas más tempranas del viernes era La Roux, nada de hacer sobremesa si querías llegar a tiempo. En un SonarVillage abarrotado, no defraudó. Fue una pena que no se hubiera programado para el Sónar Noche su actuación cargada de ritmos ochenteros electropop, con un peinado y un atuendo que podía recordarnos a la Annie Lennox de los tiempos de Eurythmics.
Micachu & the Shapes fueron uno de los grandes atractivos de la tarde, por frescos y talentosos. A veces resulta sorprendente ver a un trío de renacuajos capaces de sonar a algo muy diferente incluyendo referencias de todo tipo. La sala del SonarHall se desbordó de público con ellos y con Ryoichi Kurokawa, al que fue imposible entrar, como a la actuación de GoldieLocks, que no sabemos si canceló, cambió el horario o qué. Una pena no poder ver a esta mujer, que alardea de pasarse el día dando conciertos y organizando fiestas.
Omar Souleyman era una de las actuaciones programadas para el final de la tarde. Era una de las propuestas que más se había criticado en el Sónar por estar protagonizada por un teclado tipo cabra. El sirio, que tiene varios centenares de cassettes editados en su país, literalmente arrasó. La cabra tira al monte a tenor de lo visto en el SonarVillage. Con chilaba negra y pañuelo palestino a la cabeza enfervorizó a toda la galería a golpe de teclado y sitar. ¿Para cuándo concierto de Camela?
Grace Jones no podía decepcionar y así fue a pesar de los 45 minutos de retraso (esto nos impidió llegar a Little Boots), que la organización achaca a excentricidades de la artista. Cantó todos sus éxitos incluyendo parte de su último disco. Tal vez se echó de menos ‘I Am Not Perfect’ de su época más tecno. La banda que la acompañó fue estupenda, sonido perfecto. De la puesta en escena, qué se puede decir de una Grace que no acabó ni una sola canción en el escenario por salir huyendo a ponerse el siguiente estilismo. El mejor de los bises fue su eterno agradecimiento a una sala abarrotada. Supongo que para ella fue brutal comprobar que después de tantos años sin sacar nada la gente enloqueció con ella.
La sesión de James Murphy & Pat Mahoney pasó por bastantes altibajos. Muy refinada y elegante, tuvo sus mejores momentos cuando recurrieron a momentos disco, pero estuvo un poco desangelada, por su convocatoria en el mayor de los pabellones.
Heartbreak realizaron un concierto muy correcto, una apuesta que nunca pasa de moda. Melodías pop dramáticas sobre bases electrónicas y con una voz en directo que cautivó en todo momento antes de abandonar los conciertos, dada la hora, por las sesiones.
Y para cerrar el viernes, una sesión bastante divertida por los gamberros italianos en el SonarPub y otra de Erol Alkan en el SonarLab que incluyó numerosos éxitos de actualidad remezclados.
Nada mejor que empezar la noche del sábado con el concierto caleidoscópico de Animal Collective, que coincidía en horario con el principio de Fever Ray. Estupenda actuación a pesar de los anodinos visuales y de lo escasamente bailable, que no terminó de enganchar al público a un sonido que es tan intenso en directo como en disco.
Tal vez si hay que destacar un concierto de esta edición sea el de Fever Ray. Si en este festival ha llamado la atención la variedad de generaciones, en el de la cantante de The Knife pudimos ver la mayor variedad en el público. Desde neogóticos, algo bastante difícil de ver en el Sónar, hasta jóvenes y no tan jóvenes, pasando por los fans ingleses vestidos para la ocasión a semejanza de su cantante en las primeras filas. Percusiones tribales, sonidos susurrantes, atmósferas oscuras, máscaras y maquillajes nos metieron de lleno en un mundo que perfectamente podría ser de Lynch.
Nada que ver con lo que más tarde nos ofreció Orbital. Nada nuevo y una fórmula demasiado vista en ellos y en otros grupos de su generación. Visuales aburridos con mensajes sobre bombardeos, la guerra, el mal… ¿Quién no conoce ya estos mensajes? En este revival desafortunado se repasaron viejas glorias como ‘Chime’, ‘Satan’, ‘Halcyon’ o ‘The Box’. El público llenó hasta la bandera y enloqueció con el ritmo de las viejas máquinas y gafas a modo de linterna ya nada icónicas de los hermanos Hartnoll.
Aquí no quedó la cosa. Lo peor aún estaba por llegar con la actuación de unos esperados Crystal Castles. No pudieron empezar, continuar y acabar peor. Fue imposible escuchar la voz de Alice Glass, por un fallo que la organización del Sónar vía comunicado tuvo que aclarar que fue por culpa del técnico de sonido de la banda. Al parecer no es la primera que esto les sucede. Una de las actuaciones estrella de la noche se desvaneció con protesta del público. Mejor que no llegue la sangre al río.
Afortunadamente Moderat nos salvó de acabar con mal sabor de boca al ofrecer una actuación analógica estupenda. Bonitos visuales en un SonarClub no demasiado lleno. También Deadmau5 estuvo bastante brillante, lució su simpatica cabeza gigante de ratón y nos dejó listos y con la energía suficiente para llegar a la mitad final de Carl Craig con las primeras luces del amanecer. Tecno-house de Chicago de rompe y rasga. Final feliz y nada mejor para volver a casa con ganas de conocer pronto el cartel del año que viene.