Discos de la década: La Buena Vida

Portadas como las de ‘Hallelujah’ son las que te hacen reflexionar sobre la diferencia entre tener un disco original y una carpeta de mp3 en tu ordenador. El laberinto que Javier Aramburu diseñó para la portada del, en mi opinión, mejor disco de La Buena Vida, no puede expresar de manera más fiel el sentir del álbum, que da varias vueltas alrededor de la incertidumbre.


Desde sus inicios en Siesta, La Buena Vida siempre habían querido contar con una orquesta como las de Dusty Springfield, Love y la Motown. En una entrevista con Rock de Lux de la época reconocían que si no lo habían hecho antes, había sido porque no disponían de la posibilidad económica. Esta vez, al parecer sí, y después de concretar los arreglos de las canciones en el estudio Elkar con ayuda de Joserra Semperena, se dirigieron a Praga, donde unos 25 músicos llevaron a la práctica los espectaculares arreglos de ‘Trigo limpio’ o ‘Sólo tienes lo que das’.

Pedro San Martín explica paso a paso cómo fue el proceso de grabación de las canciones en la web oficial de La Buena Vida y la verdad es que es interesante. Recuerda lo inmenso que era el estudio de Praga, el frío que hacía y describe la sensación de escuchar sus composiciones interpretadas por tantas personas «como un flipe». «Se nos escapaba la risa tonta de oír aquello», dice. Y lo cierto es que en pocas ocasiones el pop español se ha permitido un lujo de este tipo.

El resultado es mucho más maduro que el de sus primeras composiciones, muy alejado de lo que fueron Le Mans, y mucho más cercano al acabado perfecto del folk adulto, que en los últimos tiempos también ha practicado gente como Sufjan Stevens. Aunque desde luego uno de los grandes aciertos de ‘Hallelujah’ es que tampoco abusa de los recursos de que disponía, y cuando una canción sólo requiere de voz, guitarra y piano, como ‘Después de todo’, el resto calla.

En La Buena Vida, hay tres compositores principales, Javi, Mikel y Pedro, pero en ‘Hallelujah’, como en pocos discos suyos, aparece, quizá casualmente, una línea argumental muy clara. ‘Vapor de carga’, que es de Mikel, a pesar de su aparente aire optimista y de la frase final («tú eres la estrella permanente que mantiene aún latente la esperanza de algún día ser feliz»), no deja de ser un «volveré pero necesito irme». ‘Qué nos va a pasar’, que es de Javi, habla como todos sabemos de un punto en el que se desconoce cómo terminará una relación. Y ‘Sólo tienes lo que das’, que es de Pedro, mezcla rencor y amor como sólo los que han sufrido las dos historias anteriores pueden entender.

En el camino, quedan muchas heridas abiertas. ‘Mi voluntad’ refleja el terror a tomar la decisión equivocada; ‘Desenfocada’ es un turbio diálogo entre Mikel, Irantzu y las cuerdas; ‘Después de todo’, una preciosa coda a ‘Qué nos va a pasar’, en la que se repite una de sus frases más emblemáticas casi sin que te enteres: «me olvidarás, aunque nos dé rabia, siempre ocurre igual».

‘Qué nos va a pasar’, escogida recientemente el mejor tema de la historia del indie por los oyentes de Radio 3, quedará en la memoria de todos, quiera Kiss FM o no, como una de las mejores canciones de amor jamás escritas. Perfecta en sus sencillos acordes, sutiles pero complejos arreglos y en las voces combinadas de Mikel e Irantzu, cuenta con una letra que, apoyada en la cotidianidad de «la plaza» o en ese angustioso desconocimiento del futuro, lleva la palabra «clásico» en cada una de sus pequeñas partes.

El grupo titula el disco ‘Hallelujah’ por el toque místico de algunas canciones, en especial ‘Ventura’, que habla sobre el arrepentimiento de un fusilado antes de ser ejecutado, pero también de la final ‘Vini, vidi, vinci’. Sorprende su marcado carácter optimista, hablando del «triunfo del amor» y relajando con unas cuerdas que ya no viven espectaculares subidas y bajadas. Sorprende, pero desde luego es un final necesario después de la intensidad que el oyente puede llegar a experimentar escuchando el disco. Y redondea además el concepto del álbum cuando miramos atentamente su portada y comprobamos que el laberinto tiene su salida…

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Publicado por
Sebas E. Alonso