Es un tópico comenzar una crítica de The xx diciendo que «menos es más», pero hay algunos grupos que todavía no son conscientes de ello. El cuarteto de Londres utiliza recursos estilísticos similares a The Raveonettes o Chris Isaak, pero sin ningún exceso, reduciendo cada una de las partes a la mínima expresión y obteniendo en consecuencia un sonido mucho más sofisticado.
Muchas de las canciones de The xx recuerdan a las baladas de los años 50, quizá debido al punteo de sus guitarras, que de alguna manera hace pensar en las películas adolescentes de James Dean. También si atendemos a las historias totalmente pueriles y sencillas, básicamente sobre desamor, ilusión y desilusión, que nos cuentan las letras, muy parecidas a las que, a su misma edad, escribieron los Cranberries para ‘Everybody Else Is Doing It, So Why Can’t We?’.
Los «shoegazers» también parecen fácilmente asociables, así como Young Marble Giants o todos los hijos que en los últimos años han tenido The Jesus & Mary Chain. Hay quien incluso ve rastros de Portishead o Burial en su música (asistieron en Londres a la misma escuela que éste, Hot Chip o Four Tet). Ellos dicen en las entrevistas que llevan en sus ipods hasta a Beyoncé, y de hecho el bonus track del disco es una versión de Aaliyah, pero definitivamente The xx logran transmitir cosas con muchos menos elementos que todos los mencionados, sólo que muy bien dispuestos.
En muchas partes de sus canciones la batería o caja de ritmos no suena, del mismo modo que los teclados, que sólo hacen apariciones esporádicas (aunque espectaculares) o la guitarra, que por otro lado rara vez realiza algo que no sea un punteo. Este antónimo de «muro de sonido» creado por el propio grupo a los mandos de la producción, después de desechar la participación de Diplo y Kwes, acentúa la intensidad en los momentos que ellos quieren. En ‘VCR’, si la simpática percusión resulta tan llamativa es porque no vuelve a aparecer nada ni remotamente parecido en el resto del disco. Mientras, el teclado añadido al final de ‘Islands’, bastante Portishead / The Horrors, convierte lo que creías una canción lineal, indistinguible de las demás, en un subidón a escuchar en «repeat». Un efecto que se repite en varias pistas de ‘xx’, como ‘Heart Skipped A Beat’ o ‘Infinity’.
El ritmo de ‘Basic Space’ explica por qué el grupo ha girado con Micachu, aunque mejor aún que las baterías y derivados, resulta el juego de voces entre Oliver Sim y Romy Croft, que a pesar de cantar cosas como «quizá he dicho algo que no debía, ¿puedo hacerlo mejor, con las luces encendidas?», huyen del típico diálogo chico/chica, para a veces contradecirse o subrayarse. El disco se cierra con una canción sobre la primera cita y la única duda es si conseguirán mantenerse en lo más alto cuando afronten la segunda, la tercera… en definitiva, la decepción de las cosas de la vida en la madurez.
Calificación: 8,5/10
Lo mejor: ‘Crystalized’, ‘Shelter’, ‘Infinity’
Te gustará si te gusta: Young Marble Giants, The Raveonettes, Portishead
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