Adiós, señorito


A veces se mueren actores. A veces se mueren mitos. Y con menor frecuencia, afortunadamente, se van personajes que justifican por sí mismos la existencia de un género. Hoy, a sus 87 años, ha fallecido uno de estos pocos grandes de la escena. José Luis López Vázquez ha aparecido muerto en su casa de Madrid, y con él se va uno de los mejores actores que ha parido nuestro cine. Así de simple.


José Luis, como Alfredo Landa o Fernando Fernán Gómez, pertenecía a esa extraña clase de cómicos patrios que, por culpa de la dictadura y su “especial” visión del séptimo arte, se vio obligado a enfocar gran parte de su carrera en protagonizar comedias absurdas de supervivencia, un cine de barrio fabricado como churros que hizo las delicias de nuestros mayores. Entretenimiento de masas para un pueblo gris y deprimido que prefirió relegar a un segundo plano las posibilidades dramáticas del artista en pos de la risa fácil y masticada. Ojo, un trabajo nunca exento de mérito, que a ver quién podría presumir hoy de haber participado en más de 220 películas, por mucho que la mayoría -junto a parejas como Gracita Morales- le acabaran elevando muy a su pesar a los altares de artífice del cine cateto, primero, y del destape después. Géneros y corrientes que a mediados de los ochenta, quizás por la falta de distancia temporal, todos los cinéfilos despreciaban. Una cabina vino a su rescate. ¡Hay que ver lo que nos ha costado reconocerle su labor al pobre José Luis!

Y nos cuesta. Porque posiblemente sea culpa de los frutos de aquella censura creativa el origen de las críticas de todos los que hoy se lleven las manos a la cabeza argumentando que este muerto no se merece tantas flores. Que no es tanta la pena y que a los medios nos gusta más un óbito decorado y lacrimógeno que a un tonto un lápiz. Hoy vocearán aquellos que recuerden al actor como aquel feo del bigote que perseguía suecas y no como el protagonista de títulos como ‘Plácido’, ‘El Verdugo’, ‘El Pisito’, ‘Atraco a las tres, ‘El Cochecito’ o ‘Mi Querida Señorita’. ¿En serio queréis hablar aquellos que no habéis visto ‘Mi querida señorita’?

Sí, podríamos justificar con datos nuestra tristeza. No obstante, José Luis López Vázquez recibió a lo largo de su carrera la Medalla de Oro de Bellas Artes (1985), el Premio Nacional de Teatro 2002, el Goya de Honor 2004, además de la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo 1997 o la de Oro al Mérito en la Bellas Artes 2001. Pero el talento no se puede medir con trofeos, tal vez, sólo tal vez, con los sentimientos que su contemplación provocan.

Por eso, nuestro más sentido y sincero adiós, señorito. Y señorita.

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Publicado por
Claudio M. de Prado