‘The Lovely Bones’, en nuestro país traducida la novela como ‘Desde mi cielo’, narra la historia de una chica asesinada brutalmente que queda atrapada en una suerte de limbo a medio camino entre el mundo de los vivos y los muertos. Una visión optimista de la muerte con cierto regusto gótico que Peter Jackson ha intentado trasladar a la gran pantalla con desacierto, especialmente en lo que al mundo imaginario de la muerta se refiere, que más que un limbo parece un anuncio de Sunsilk. «Susie, la protagonista, está en ese mundo intermedio que no es un lugar real ni físico ni común a todo el mundo. Es un universo psicológico único al que hemos querido dar vida con metáforas del lenguaje de los sueños», explicó Jackson, que llegó a definir esta película como su «proyecto más personal hasta la fecha». Aunque eso lo dicen todos.
«Supe que tenía que hacer esta película después de leer el libro. Lloré mucho, es una novela que te llega dependiendo mucho de tu propia experiencia. Cuando has amado a gente que has perdido, todo es distinto. Lo que más me asusta de la muerte es la ausencia de la persona que querías, la idea de no poder volver a hablar con ella ni tocarla. Pensar en ello me causa mucho dolor, y la novela es en cierto modo un alivio. Mi principal preocupación era trasladar en imágenes las sensaciones que me provocaron aquella primera lectura», explicó Jackson. No ha sido fácil, algunos se extrañarán de que no se hayan incluido capítulos que aclaran el comportamiento de los personajes. «Decidí que la espina dorsal de la película sería el viaje de Susie y lo que tiene de positivo, sin mostrar ni recrearme en el asesinato de una niña de 14 años. No me interesa contar eso como director, no quería rodarlo ni ponerlo en la película porque marcaba el tono del resto del metraje hacia algo muy negativo. El espíritu de todo es el poder que tiene el amor».
Menos mal que el Peter Jackson espiritual abandonó un rato la sala para dejar salir a la luz al cachondo gracioso que todos conocemos. «No me gusta repetirme y ése es el camino que he elegido en mi carrera. Hoy os hace ilusión entrevistarme, pero si estuviéramos hablando todos los días durante dos años os acabaría aburriendo. No sé hacia dónde voy, pero si tuviera un plan estaría perdido». Así explicó el cineasta el variado recorrido de su filmogafría, que empezó con el gore más bestia con títulos como ‘Mal Gusto’ o ‘Braindead’ para luego pasar a dramas íntimos como ‘Criaturas celestiales’, a la comedia negra con ‘Agárrame esos fantasmas’, la celebrada trilogía de ‘El Señor de los Anillos’ o la revisión del clásico ‘King Kong’.
Alguien preguntó que por qué tanta obsesión con los efectos especiales, que si no se atrevía a hacer algo más normalito. «Es curioso, son muchos los que piensan que los FX son un género cinematográfico, como el western, o el musical. Pero para mí los efectos especiales son una herramienta más a la hora de construir una historia, como el montaje o una grúa. Me ayudan a crear el universo del que quiero hablar, no son el universo en sí mismo».
Y si no es en los efectos especiales, ¿entonces en qué cree alguien como Peter Jackson? «No soy una persona religiosa, aunque por supuesto respeto todas las creencias del mundo. Pero la religión no deja de ser una política nada espiritual, no estoy interesado en ello. Sí que creo en muchos de los principios morales que marcan las religiones, cosas como respetar al prójimo, la existencia del bien y del mal, el karma. Por ejemplo, si muriera ahora, de mi limbo ideal no me importaría su color o su forma siempre que en él estuvieran las personas que más he querido. Me gustaría conocer a mi abuelo, que era mucho más guapo que yo y que murió 30 años antes de que yo naciera, sentarme a su lado y preguntarle qué tal todo».
Al terminar el encuentro una avalancha de periodistas se lanzaron a la mesa para conseguir un autógrafo sobre las carátulas de ‘El señor de los anillos’ que llevaban encima. Peter Jackson que estás en los huesos se lo firmó a todos, que no es algo que pase a menudo en estos encuentros con estrellas. Pero mal vamos cuando el fanatismo pelotero impide llevar a cabo tu trabajo. Cuando el periodista no rebaja al mundo humano al entrevistado, corre el peligro de acabar de simple mamporrero. ¿O quién va a querer contar la verdad a su artista?