Cass McCombs / Catacombs

Hace poco un amigo me decía con mucha sorna que le sorprendía la repentina atención que estaba captando Cass McCombs, cuando lleva unos cuantos años haciendo buenos discos y siempre ha sido bastante ignorado por prensa y público de todo el mundo en general, y de nuestro país en particular (aunque ya nos ha visitado en anteriores ediciones del Tanned Tin y autores como Antonio Luque se hayan deshecho en parabienes). Bien, no le falta razón a este amigo, pero hay veces que la diferencia está en publicar la canción correcta en el momento adecuado. ‘Dream Comes True Girl’ ha sido esa canción. Embelesados por ella, hemos devorado ‘Catacombs’ durante meses y ahora tenemos la ocasión de disfrutar del directo del autor californiano en el Primavera Club ’09. Hoy día 10 de diciembre y el viernes 11 estará en Madrid, mientras que en Barcelona actuará el sábado 12 y el domingo 13.


Errarán aquellos que prejuzguen a McCombs como un simple émulo de Oldham, Molina o Callahan. McCombs se sitúa en una tierra de nadie que sí, posee un poso de tradición country, pero que también tiene inauditos efluvios de Gene Pitney o Roy Orbison (la misma ‘Dream Comes True Girl’) o topa ocasionalmente con el folk de Simon y Garfunkel (‘Prima Donna’), en una constante huida del encasillamiento que ya mostraba en obras como ‘PREfection’ o ‘Dropping The Writ’, y que alcanza en este su quinto álbum su mayor expresión. El éxito de ‘Catacombs’ se debe a que es su disco más completo y coherente, aún dentro de esa variedad de palos que el californiano gusta de tocar. Es, simplemente, la mejor colección de canciones de este treintañero obsesionado con la condición destructiva de su signo del zodíaco, Escorpio.

Aparte del lustre de ‘Dreams Come True Girl’, Cass se muestra lírica y musicalmente atinado como nunca en sus herméticas fábulas, que él mismo define como «mitológicas». ‘My Sister, My Spouse’ (una inquieta diatriba sobre roles de pareja y roles vitales), ‘Harmonia’ (amarga oda a la amistad del que te apuñala por la espalda, guiada por un magnífico arreglo de slide), ‘Don’t Vote’ (su personal autoafirmación como loser escondida tras un trasfondo de conciencia política), ‘Lionkiller Got Married’ (secuela de ‘Lionkiller’, incluida en su anterior álbum, en la que Scorpio, ese ser supremo de clase media, ahora se casa con una fulana «de una familia de ateos católicos») lo demuestran. Su poesía aparenta ser llana y directa, pero siempre alberga un oscuro poso de trascendencia y universalidad, que explica ese calificativo mitológico al que alude, cuyo mejor ejemplo es la inquietante ‘The Executioner’s Song’.

Esta magnífica «Canción del Verdugo» habla en primera persona de alguien que ama su trabajo por encima de todas las cosas, que no se conforma con un trabajo que «solo pague las facturas y lleve el pan a la mesa», sino que reivindida la necesidad de un trabajo en el que los sentimientos se vean implicados, en el que el trabajo sea un disfrute y albergue la felicidad. En el vídeo, acompañando la subyugante voz de McCombs, vemos a un campesino que prepara con meticulosidad su propio ahorcamiento. Sencillamente acongojante.

El otro hito del disco es ‘You Saved My Life’, un inquietante vals (otro, porque ‘Eavesdropping On The Competition’ también lo es) que se intuye que habla sobre un criminal, «podrido hasta las entrañas desde 1994», que obtiene el perdón de su víctima. ‘Catacombs’, junto a los recientes álbumes de Bill Callahan o Atlas Sound, proclama la vigencia de la figura del cantautor norteamericano.

Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Dream Comes True Girl’, ‘You Saved My Life’, ‘The Executioner’s Song’, ‘Don’t Vote’
Te gustará si te gustan: los cantautores atormentados, Bill Callahan
Escúchalo: en Spotify

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Publicado por
Raúl Guillén
Tags: cass mccombs