‘Mundo Marino‘, su primer disco editado en Subterfuge, podía presumir de tener buenas canciones de pop-rock clásico, con un sombrero de cowboy bien calado y unas letras que incluían referencias a Will Oldham pero que, en conjunto, resultaba un tanto impersonal. En ‘Tú nunca morirás’, McEnroe centran su propuesta y toman sin titubeos una senda nada fácil: la del drama y la oscuridad. El quinteto de Getxo toma la vía de la épica rock, persiguiendo un horizonte slowcore (ese en el que resulta tan fácil derivar hacia el tedio) pero sin olvidarse de dar un eficaz gancho pop a los nueve cortes del álbum. La mano de Abel Hernández (El Hijo, ex-Migala) en la producción parece haber hecho magia con la confianza de la banda, tejiendo un intrincado velo de arreglos que, ya sea recurriendo a introducir capas de sonidos cotidianos o con cuerdas y percusiones que permanecen en un fundamental segundo plano, aporta un sugerente matiz de misterio que nunca ahoga el brillo de las melodías. No en vano hay en este disco una clara reminiscencia a los primeros discos de los propios Migala.
Sus canciones se sostienen en equilibrio entre Red House Painters o American Music Club y The Cure o Echo & The Bunnymen y por eso resultan tan evocadoras y emocionales como adictivas, especialmente cuando recurren a la épica y a dramáticos crescendos para culminarlas, como en el maravilloso trío que abre el álbum: ‘Los valientes’, ‘El alce’ y ‘Tormentas’.
En todas ellas, juega un papel fundamental la voz de Ricardo León, que alcanza cotas de expresividad y personalidad antes no exploradas. Sus interpretaciones a veces llorosas, rompiéndose unas veces y resultando ininteligible otras, aportan un marcado carácter dramático, decisivo para unas letras que se regocijan en el rencor y el dolor del amor no culminado o de la ausencia del mismo, redundando en el lloriqueo victimista y la flagelación lastimera, al límite del patetismo. Pero eso sí, lo hace con una desarmante poesía, tan bonita y sencilla que uno se cuestiona cómo es posible que nadie antes la haya cantado. Resulta difícil no empatizar con la pasión desaforada de ‘Los valientes’ («A veces me quiero despertar, necesito oírte respirar para sentirme vivo»), con la decepción de ‘El alce’ («Si al despertarte tal vez hubo un segundo de compasión para este imbécil que escribía canciones de amor en las servilletas de cafeterías desiertas»), con la identificación simbólica de una canción y una relación destruída de ‘Cuando suene This Night’ («Solías venir solo con llamar, con tu camiseta rota de los Smiths. «Siempre te querré», llegaste a decir»), con el declive inexorable de una relación en ‘Tormentas’ («Palabras que van afilando y al final se nos clavan»), con el que prefiere destruir toda posibilidad de una relación por miedo al dolor en ‘La noche de San Juan’ («Sentir seguro que hay gente como tú por los parques que cambiaría mi vida en un instante»), en la que la voz de Miren Iza de Tulsa
tiene un papel fundamental en su magnífico crescendo final. La guipuzcoana canta como solista, además, en el tema que da título al disco.‘Tú nunca morirás’ es esa obra renovadora y definitiva que muchas bandas de nuestro país persiguen durante toda una carrera y nunca alcanzan, que otorga a McEnroe un nuevo estatus en nuestro panorama. Y que además posee una proyección comercial que, si hubiera justicia, debería perfectamente alcanzar el éxito de Vetusta Morla o Love Of Lesbian.
Calificación: 8/10
Lo Mejor: ‘Tormentas’, ‘El alce’, ‘Los valientes’, ‘La noche de San Juan’
Te gustará si te gustan: los primeros Migala, Red House Painters o… ¿Vetusta Morla?
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