Bill Callahan + Nacho Vegas en Valladolid

Ambientazo en el Centro Cultural Miguel Delibes de Valladolid para recibir al autor de uno de los mejores discos del año pasado, Bill Callahan, en esta cita acompañado por otro gran favorito del público, Nacho Vegas. El enorme, moderno auditorio del recinto no estaba la rebosar, pero sí presentó una magnífica entrada, entre la que pudimos atisbar caras conocidas como Lourdes aka Russian Red, Nudozurdo casi al completo o Remate, todos fans del músico afincado en Austin, Texas.

Antes de Vegas, Neal Morgan, virtuoso batería que más tarde acompañaría a Callahan, realizó un pequeño set con tres canciones de su reciente álbum ‘To The Breathing World’. Comenzando con un emocionante a capella, pasó a sentarse a la batería para dejarnos constancia de su tremenda inventiva con el instrumento, cantando a la vez con pasmosa delicadeza. A un paso del free jazz y la música contemporánea y a otro del deleite vocal de Fleet Foxes. Muy interesante. 7

Nacho Vegas, con Abraham Boba al piano y acordeón, ofreció un repertorio complaciente, incluyendo prácticamente todas sus canciones más accesibles: ‘Dry Martini S.A.’, ‘El hombre que…’, ‘(…) Miss Carrusel’, ‘Crujidos’, ‘Nuevos Planes, Idénticas Estrategias’… Obviando una innecesaria recuperación de ‘Maldición’, uno de sus temas más flojos, Vegas hizo un correcto show para su público menos exigente, e incluyó dos de sus últimos temas, la brillante ‘La Gran Broma Final‘ y otra posible nueva favorita, ‘Cosas que no hay que contar‘, que interpretó solo a la guitarra antes de despedirse con su versión de ‘The Stranger Song’ de Leonard Cohen. 7

Bill Callahan posee una figura tan imponente como su grave voz, aunque ese impacto se reduce en cuanto el ex de Joanna Newsom se arranca con esos involuntariamente cómicos «bailes», levantando la patita. Dedicando su show a exponer casi al completo el magnífico ‘Sometimes I Wish We Were An Eagle’, Callahan se bastó con su marcial forma de tocar la guitarra, su cante profundo y la policromática y robusta batería de Neal Morgan para que canciones como ‘Jim Cain’, ‘Too Many Birds’, ‘Rococo Zephyr’ o ‘All Thoughts Are Prey To Some Beasts’ resultaran tan innegablemente bellas también así, sin las maravillosas cuerdas que las ornamentan en el álbum. Dando un hachazo definitivo, tocando casi de entrada una azorada versión de ‘Bathysphere’, se metió a sus fans más añejos en el bolsillo para realizar una selección de su amplio repertorio algo chocante: sin un solo corte de ‘Rain On Lens’, ‘Red Apple Falls’ o ‘Supper’, sí cupieron ‘Teenage Spaceship’ o ‘Cold Discovery’, que no son precisamente los temas más celebrados de ‘Knock Knock’ y ‘Dongs Of Sevotion’, respectivamente. Y, sin embargo, hasta cinco canciones de ‘A River Ain’t Too Much To Love’, tuvieron cabida, finalizando el concierto con la incómoda ‘Let Me See The Colts’, pasando por versiones un tanto ariscas de ‘In The Pines’, ‘I Feel Like The Mother Of The World’, ‘Rock Bottom Riser’ y una ‘Say Valley Maker’ que desembocó en una larga catarsis de ruido y aporreo desbocado de batería. Callahan se mostró esquivo con sus momentos más melódicos, desafiante, queriendo recordarnos que tras la belleza de su último álbum hay centenares de rincones oscuros que no debemos olvidar. 8

Foto: Muy recomendable la galería de El chico de la leche en Flickr.

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Publicado por
Raúl Guillén